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Susana Solís

Futuro Europa

Susana Solís

¿Se puede permitir el español medio un coche eléctrico?

Las ayudas que necesitan el sector automovilístico y los ciudadanos para la transición verde

La semana pasada tuve el honor de participar en los Diálogos sobre Automoción de la XXX edición del congreso de Faconauto: más de 600 profesionales debatiendo el futuro de este sector esencial para nuestra economía. La industria del automóvil experimenta una transformación masiva por la exigencia de descarbonización. Pero esta reconversión, según los presidentes de ANFAC y Faconauto –asociaciones de fabricantes de vehículos y de los concesionarios– se está llevando a cabo sin tener en cuenta la viabilidad del sector y las necesidades del ciudadano medio, y sin que estemos preparados para cumplir los plazos impuestos por las políticas europeas y nacionales.

El Congreso se celebró justo antes de que la Comisión Europea presentara el Fit for 55, las nuevas leyes de reducción de emisiones durante la próxima década. Y también antes de que el Gobierno aprobara el PERTE del vehículo eléctrico, el primer proyecto estratégico del Mecanismo de Recuperación, y muy necesario, por lo que pude constatar. ¿Pero será suficiente?

Fit for 55 quiere reducir las emisiones al menos en un 55% para 2030 e implica cambios drásticos para empresas y ciudadanos. El sector –el 11% del PIB español–, que es estratégico para la recuperación y que apenas empieza a respirar tras la crisis, necesita ahora cambios tecnológicos muy costosos, porque el Pacto Verde Europeo exige una reducción del 90% de las emisiones de gases de efecto invernadero del transporte.

Lo que tendrá más impacto es la nueva normativa para coches y furgonetas. Desde su entrada en vigor, en enero de 2020, las emisiones de ambos han descendido un 14%. La Comisión propone endurecer aún más las medidas. Las inversiones de la industria por sí solas no serán suficientes. Para la movilidad sin emisiones necesitamos también una amplia red de puntos de recarga y estaciones de repostaje, además de incentivos económicos para que los vehículos eléctricos sean más asequibles y accesibles, y eso sólo será posible con un plan que garantice que los países cumplan, y dando seguridad a la industria. Si no hay demanda, la industria no podrá cambiar; si no hay reducciones fiscales, la mayoría de los hogares no podrá permitirse un coche eléctrico.

Si miramos el mapa europeo de infraestructuras de recarga, la mayoría de los puntos están en Alemania, Francia y Países Bajos. España está entre los más atrasados, con 10 estaciones por cada 100.000 habitantes y concentración mayoritaria en Madrid, Barcelona y Valencia. Somos el segundo fabricante de coches de Europa, pero tenemos cuatro veces menos puntos de recarga que Países Bajos. Y sólo el 19% de la población tiene acceso a un vehículo eléctrico; los precios siguen siendo prohibitivos.

El coche eléctrico necesita baterías que permitan que los vehículos sean sostenibles; es una tecnología clave, pero sólo el 3% se producen en la UE. Otra condición es el hidrógeno. En ambos aspectos España tiene todo para ser un centro europeo de electromovilidad. Para ello hay que asegurar la eficacia de los PERTE: alinear la acción con la ambición.

El sector de la automoción da empleo a casi dos millones de personas. Su protección es un objetivo primordial. Debido a que producir un vehículo eléctrico requerirá un 30% menos de mano de obra, se pondrán en peligro cientos de miles de empleos. Pero se crearán nuevos con las baterías, el reciclaje, el software y el vehículo conectado y autónomo. Por cada empleo creado en la industria del automóvil habrá cuatro en industrias auxiliares y seis o siete en servicios, lo que podría suponer entre 68.000 y 141.000 puestos de trabajo en los próximos años. Se necesitarán personas en diferentes áreas de negocio con distintos niveles de formación. El perfeccionamiento profesional será crucial.

Como el coste social será importante, desde Renew Europe pedimos un fondo de transición específico para el automóvil que apoye la reconversión y el desarrollo de las competencias profesionales, desde proveedores hasta fabricantes, pasando por talleres y concesionarios, y fundamentalmente destinado a las pymes.

El camino será difícil, pero industria, gobierno y sociedad deben trabajar juntos. Sólo así podremos alcanzar los objetivos climáticos y garantizar que el ecosistema automovilístico sobreviva, se recupere y prospere. La transición tendrá éxito si es inclusiva, porque la industria del automóvil es la columna vertebral de nuestra economía, y no podremos hacer esa transición sin ella.

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