Todo lo que rodea a Laboral Ciudad de la Cultura llega por momentos a resultar kafkiano. Se diría incluso que resulta marxista, pero no por aproximación ideológica a Karl Marx, sino a Groucho y sus hermanos, en relación con situaciones hilarantes que se dan en torno a ese sacrosanto mausoleo de la modernidad cultural, tan costoso como venido a menos, que en ocasiones parece el camarote de “Una noche en la ópera”, aunque vacío.
Compruébelo el lector en el caso que se relata: el Centro de Arte adeuda, como anunció al detalle días atrás este periódico, una pasta gansa y creciente a su casero, que es Recrea, el organismo regional que entre otras funciones gestiona los espacios de la Universidad Laboral de Gijón. Se da la circunstancia de que la consejera de Cultura del Principado, Berta Piñán, es tanto presidenta del consejo de administración de Recrea como del patronato de la fundación de Laboral. O sea, que la escritora en bable y política en Babia ejerce a la vez de casera e inquilina, de arrendadora y arrendataria, de recaudadora y pagana.
De tal forma que podría darse el caso de que Piñán, en calidad de responsable máxima de Recrea, se enviara una carta a sí misma, en cuanto que mandamás política de Laboral, en la que reclamara a su misma persona el abono urgente de la cuantiosa deuda. Con la amenaza incluso de ordenarse a sí misma ponerse de patitas en la calle, en caso de nuevos impagos, tal que en los siguientes términos: “Berta, o pagas o te desahucio. Firmado: Berta”.
Entiendan la humorada, que escasa culpa acumula la actual titular de Cultura en el desaguisado económico que acompaña desde lejos a la instalación gijonesa, que no hay Gobierno regional que se atreva a meterle mano al saco sin fondo o a ponerle el candado al cajón desastre. Con una caída alarmante de ingresos por venta de entradas cabría pensar que Laboral tiene menos visitas ya que el HUCA en pandemia.
