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Mujeres

Tu cuerpo no es un escaparate

La educación sexoafectiva para niñas de Marta Torrón

A veces apenas hay que aguzar el oído en corrillos de niñas que aún no llegan a la pubertad para constatar lo pronto que empiezan a activar ese tóxico escáner de imperfecciones físicas que luego ponen la alfombra a la inseguridad y el autodesprecio adolescente. La altura. La barriga. Las piernas.

“Nuestras hijas están bombardeadas por información corporal estética –ahí están desde la moda hasta la distopía influencer– y, en cambio, conocen muy poco de su organismo y su funcionamiento de forma profunda”, explica la fisiosexóloga Marta Torrón, autora de “Tu cuerpo mola”. Un libro para niñas que, ilustrado por Cristina Torrón, actúa como un auténtico disolvente de mitos y vergüenzas vinculadas al cuerpo, las emociones y a la sexualidad.

“Se trata de que nuestras hijas puedan ser personas críticas para así ayudarlas a que se quieran desde otro lugar, que no vivan su cuerpo como si fuera un escaparate y una lista odiosa de cosas que deben mejorar, sino un hogar en el que vivirán para siempre y del que disfrutarán si lo conocen y saben cuidarlo».

Iniciar esta conversación en la adolescencia es llegar extremadamente tarde. “Es un trabajo enorme a esas alturas empezar a desmontar pieza a pieza todos los estereotipos, informaciones sesgadas y una visión de las relaciones que les han estado llegando” desde el entorno, la ficción y las pantallas y, más tarde, desde el porno mainstream, el villano oficial, pero no único, de todo este asunto.

La educación sexoafectiva en un sentido amplio empieza desde la primera infancia. El valor de las caricias, el contacto humano, la relación con el propio cuerpo, el respeto al otro, y el reconocimiento de lo que gusta y lo que no. También es conveniente, añade, contestar las preguntas de forma clara y adecuada a cada edad; entender que la autoexploración y el autoconocimiento es algo “absolutamente normal” desde los primeros años, y, a partir de los 4 o 5, hablarles del concepto intimidad y de que su habitación es un espacio íntimo.

“El cuerpo es sabio y es normal que lo hagan, y si nosotros, en lugar de volvernos bichos raros ante esas situaciones, brindamos información y la naturalizamos, contribuiremos a que no crezcan desconectadas de sí mismas”.

Muchas mujeres no saben cómo es su vulva, auténtico pararrayos de vergüenzas y culpas milenarias (un apunte histórico: el padre de la Iglesia Tertuliano la calificó como “un templo construido sobre una cloaca” y “la puerta de entrada del diablo”). Un mantra que quiere transmitir el libro a las niñas es que “la vulva es tan normal como un brazo: no es delicadísima, sino que se puede mirar, tocar, mover: verbalizarlo así puede dar la posibilidad a las niñas de que lo piensen de esta manera”.

Es necesario que conozcan bien los órganos sexuales por dentro y fuera “antes de que esa zona se llene de pudores y preguntas”. Que por ejemplo la vulva no es sinónimo de vagina. Qué es el clítoris y dónde se sitúa. Dónde está la uretra. Y el útero. Y los ovarios. Y doblando la esquina hacia la pubertad, qué son y cómo funcionan desde las hormonas sexuales hasta el ciclo menstrual.

La especialista anima a que las niñas hablen entre ellas de sus cambios e inquietudes, y que lleguen a la pubertad con un puñado de mitos triturados. El primero: el de la virginidad. “No es cierto que se rompa el himen y que eso provoque sangre y dolor, ya que si eso sucede se debe a otras causas, vinculadas a que el cuerpo no está preparado para el coito”.

Es vital la prevención de abusos. Sin caer en el alarmismo, explica Torrón, pero dando consignas claras desde las primeras edades. Tu cuerpo es tuyo. No lo puede tocar nadie y, llegado el caso, los juegos deben ser por edades –pequeños con pequeños, medianos con medianos y mayores con mayores–. Este requisito, que evita abusos de poder, también actúa como antídoto contra los abusos de los adultos, que suelen manipular hablando de secretos y haciendo cundir la culpa.

Esta información no alienta la precocidad. Al contrario. Recuerda Torrón que en los países nórdicos, donde se toman en serio la educación afectiva y sexual, hay menos embarazos no deseados y las relaciones sexuales empiezan más tarde. Aquí, un estudio apunta a que el 21% de las adolescentes de 3.º y 4.º de la ESO han masturbado a otra persona y solo el 9% lo ha hecho consigo misma.

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