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Los ingleses y sus “Días de la Libertad”

Los ciudadanos se echaron a la calle sin mascarilla antes ya de que Johnson decretara el fin de las restricciones

El “Día de la Libertad” ha llegado a Inglaterra, habrá que celebrarlo. Esto es lo que ha anunciado el primer ministro del Reino Unido, aunque lo dice con cautela. Pero el caso es que lo dice. Y, así pues, el lunes 19 de julio Boris Johnson anunció el fin de las restricciones sociales y económicas por el covid-19, tras algo más de un año desde que estas se impusieran a los ciudadanos británicos. Los políticos han bautizado a esta jornada como “El Día de la Libertad”.

Así, nos dicen que Inglaterra puede volver a hacer vida normal, a pesar de que el coronavirus sigue pisando fuerte, habiendo aumentado la cifra de contagios a 50.000 nuevos casos diarios; muchos de ellos, víctimas de la nueva y más infecciosa variante delta. Bien cierto es que, gracias a las vacunas de AstraZeneca y Pfizer, las más usadas hasta ahora en el Reino Unido, hay pocas hospitalizaciones y muertes; en torno a las 50. Pero la cifra de nuevos casos aumenta a diario, y los ciudadanos se enteran. Así, en los supermercados vuelve a darse una leve tendencia a que escaseen productos de primera necesidad. Por ejemplo, desde hace más de un mes faltan muchas marcas de agua mineral en todos los hipermercados. La gente, o por lo menos los adultos, vuelve a tener miedo y compran más de lo que necesita.

Pero, entonces ¿qué es este rollo de ser libres de nuevo? ¿qué significa? Pues, para empezar, y esta es la noticia mejor recibida por los exasperados jóvenes ingleses, los pubs, los restaurantes y los clubes nocturnos ya estarán abiertos con toda normalidad, y, además, se podrá acceder a estos establecimientos sin mascarillas. Por otro lado, en los eventos deportivos ya podrá operarse con aforo completo; y, en lo referente al mundo laboral, la gente podrá volver a trabajar a la oficina. Por su parte, la utilización de mascarillas en lugares cerrados será una recomendación, pero los ciudadanos no estarán obligados a usarlas.

De este modo, de un día para otro, porque Boris y sus hombres nos lo dicen, ya podemos volver a la normalidad. Todos sabemos que, desde un principio, su plan maestro era alcanzar la inmunidad colectiva, que se daría en cuanto un buen número de personas estuviesen protegidas frente al covid (dicen los expertos que un 70% de la población), y, así, ello impediría que el virus se propagase. Pero, a día de hoy, tan solo el 54% de la población británica está completamente vacunada. En el resto del Reino Unido (Escocia, Gales e Irlanda del Norte) están abriendo la veda (o más bien, la caja de Pandora) más cautelosamente. Puede que allí sean más listos, o quizá más pacientes.

Pero no seamos agoreros. Somos libres. El gran día de la susodicha libertad ha llegado a Inglaterra. Celebrémoslo todos. Pero, espera, ¿no había llegado ya? Porque el caso es que en Inglaterra parece que llevamos celebrando la libertad desde el día 12 de abril, cuando los comercios abrieron y la gente, desesperada, se echó a las calles del centro de Londres como si no hubiera un mañana; muchos de ellos accediendo a lo comercios sin mascarillas y sin guardar ninguna distancia de seguridad. Por supuesto, en los hospitales aún se ofrecen mascarillas y obligan a uno a ponerse el gel desinfectante, pero no toman la temperatura, algo que aquí en España se ha hecho desde que este calvario comenzó. Lo cierto es que las mascarillas comenzaron a usarse muy tarde en Inglaterra, e, incluso durante nuestros peores tiempos, la mayoría de la gente nunca se la ponía por la calle; dentro del metro de Londres, había osados que la llevaban de adorno bajo la papada frente a oficiales de policía que, temerosos o pasotas, no les obligaban a ponérselas o a colocárselas bien.

Además, el fin de semana previo a esta arriesgada vuelta a la normalidad (el del 16, 17 y 18 de julio), las calles de Oxford y Carnaby Street de Londres se encontraban repletas de gente dentro y fuera de los pubs, sin mascarillas y con poquita higiene en algunos restaurantes, la verdad sea dicha. Además, en la final de la Eurocopa en el Estadio de Wembley no cabía un alma más, cuando el de la Cartuja, en Sevilla, en la primera fase de la Eurocopa, se veía triste y desalmado por cumplir con las normas de seguridad. Los aeropuertos, como el de Heathrow, estaban a rebosar ya antes del 19 de julio. En definitiva, aquí ya éramos libres.

Y, si ya se actuaba de esta manera, por lo menos en la capital de Inglaterra, donde ya nos habíamos tomado semejantes libertades en abril, no quiero ni pensar en el despiporre que traerá “El Día de la Libertad” al país. Se cree que los casos asciendan a 200 000 diarios para finales de verano. Terrorífico, y, aun así, estamos celebrando que somos libres.

Está claro que Inglaterra siempre ha ido a su bola.

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