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Antonio Trevín

La Menchu que no olvidaré

La maestría de una entrevistadora que convertía los nervios y la tensión en sosegada tranquilidad

Con Menchu Álvarez del Valle, en Radio Cadena Española, fue mi bautismo de fuego radiofónico. Me entrevistó como director provincial de Educación en 1986, pocos días después de cambiar mi escuela de Purón, con ocho alumnos, por el despacho de la plaza de España.

Llegué a la sede de la emisora, en la ovetense calle Asturias, 9, como un flan. Atiborrado de notas con datos y proyectos gubernamentales. La proximidad de la sede de CC OO de Asturias no contribuyó a serenarme, conocedor del rigor exigente del sindicato. Subí a pie hasta el estudio convenido. Menchu me saludó educadamente. Y empezamos. En ese momento todo cambió. Los nervios mutaron en sosegada tranquilidad, la tensión en plácida normalidad. Fue el comienzo de una larga y cariñosa relación.

Obligaciones de algunas de mis responsabilidades públicas, amigos y conocidos comunes contribuyeron a que nos mantuviéramos en contacto a lo largo tres décadas largas. Primero en la capital del Principado, después en el Oriente asturiano. Solo nos quedó pendiente una visita a Porrúa, con motivo de su elección como “Pueblo ejemplar”. Larga y, por desgracia, infructuosa cita.

Pero nunca olvidaré aquel primer encuentro. Con maestría, concisión y acierto, convirtió lo que intuía un suplicio en placentera charla. Me hizo sentir tan cómodo como en el sillón de mi salita. Solo repetí sensación similar con Encarna Sánchez.

Ella, si hubiera escuchado las voces de sirena que en su momento le susurraron, ocuparía ahora lugar tan privilegiado, en el paraíso radiofónico, como el de la pionera de la COPE. Hasta siempre, Menchu. Y recuerda que siempre nos quedará Porrúa.

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