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Millas

El trasluz

Juan José Millás

Paracetamol

–La fiebre sube al caer la tarde –me dice por teléfono un amigo confinado por el covid.

El hecho de que la subida de una cosa coincida con la caída de otra me llama la atención. Parece una asimetría calculada. La frase de mi amigo es un eco de la de mi madre cuando yo era pequeño. Lo había olvidado, pero ella decía lo mismo: que la fiebre subía cuando la tarde caía. Los adultos llamaban “dolor de cabeza” a lo que para mí era un dolor de la frente.

–¿Te duele la cabeza? –preguntaba mi madre colocándome la palma de la mano en la frente.

–La cabeza no, la frente.

Para mí, la cabeza era todo lo que sucedía a continuación del cuello, en esa especie de pelota donde se situaban estratégicamente los ojos, la nariz, la boca, las orejas, el cabello... Y no me dolía toda la cabeza, sólo la frente. Esperaba la caída de la tarde con el temor y la excitación del adolescente que espera la hora de su primera cita.

¿Se presentará ella?

¿Se presentará la fiebre?

Había algo que me gustaba de aquel dolor. ¿Qué? El delirio. La fiebre me ayudaba a delirar. Recuerdo haber visto en la pared una hormiga que no era una hormiga. Yo era muy pequeño, no sabía de la existencia de Platón, pero supe que aquella hormiga era una hormiga platónica, una hormiga ideal a partir de la cual un demiurgo había creado el resto de las hormigas que llenan el universo mundo y que pesan, todas juntas, millones de toneladas. La hormiga platónica venía de debajo de la cama y al caer la tarde, con la subida de la fiebre, se manifestaba en la pared blanca, a la altura de mis ojos, como una escultura hiperrealista. Podía distinguir todas sus partes.

–La hormiga –le dije un día a mi madre.

–Deliras, hijo –dijo ella.

Era la primera vez que escuchaba una forma del verbo “delirar”. Intuí que la hormiga no era real, sino una proyección de la fiebre. Y por eso mismo era la hormiga por excelencia. Me dan ganas de preguntar a mi amigo si al caer la tarde sube una hormiga por la pared, pero creo que toma paracetamol para no verla.

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