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Un ejemplo para los que empiezan

“Me gusta volcarme con los chavales, pero nunca pensé que iba a estar celebrando una medalla en unos Juegos Olímpicos”, cuenta la primera entrenadora de Pablo Carreño en el Grupo

Siempre me gustó volcarme con los chavales, darles las herramientas para enseñarles a jugar al tenis y que se divirtieran. Y para que cuando llegaran a una edad eligieran si querían jugar al tenis o no. Lo que nunca pensé es que iba a estar celebrando una medalla en unos Juegos Olímpicos de uno de ellos. Es alucinante, ni en el mejor de mis sueños.

Fui jugadora y entrenadora del Grupo, donde conocí a la familia Carreño, a los padres, a Lucía, a Pablo, a Alicia. Los entrené desde los 6 a los 11 años. Quién iba a pensar que Pablo jugaría semifinales del US Open, en el “top-ten”, ganando una medalla contra Djokovic.

Pablo está en una línea ascendente. Ya avisó en el Open de Marbella, luego en Hamburgo ganó su primer 500. Llegó a los Juegos en un momento de forma espectacular. El de Khachanov fue un bache en el camino, pero frente a Djokovic volvió a la misma línea, con la misma determinación que el resto del torneo. Esas fueron las claves: determinación, convicción, confianza en sí mismo y garra, mucha garra. Lo que distingue a los mejores de los demás tenistas es la fortaleza mental. Solo unos pocos pueden ser top-15, top-10. Después de ganar 6-4, tener bola de partido y perder el tie-break, cualquier persona que no sea un superhombre se viene abajo. Pero ellos siguen y el mérito es ese, afrontar el tercer set como lo afrontó. Tremendo Pablo. Tiene que ser un salto tremendo porque estos son resultados top-2. Le va a venir de perlas para que se dé cuenta de que jugando con esa confianza puede ganar a cualquiera. Después de ganar al 1 y al 2 del mundo puedes ganar a todos. Es una pena que estos Juegos no puntúen para el ranking ATP. Pero ahora empieza la gira norteamericana, en la que tiene que dar un salto cualitativo.

Estoy orgullosa de que Pablo disfrute con los Juegos Olímpicos. Las olimpiadas son las olimpiadas y, al margen del dinero o los puntos, los deportistas tienen que querer estar. Pablo ha querido, le hacía muchísima ilusión. Y eso le valora como deportista. Además, Pablo es una persona muy tranquila, educada, gestiona muy bien sus emociones. Es un ejemplo para cualquier chaval que empiece a jugar al tenis.

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