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La causa de la izquierda transformadora

La necesidad de gestionar la pluralidad progresista mediante pactos, acuerdos y conquistas

Iniciada ya la segunda parte de la presente legislatura es urgente abordar el cambio del espacio político de la izquierda transformadora asturiana que está, porque así sucede en todo el Estado, en plena redefinición política tras un lustro y medio de “acordes y desacuerdos”. La decisión de incorporarse a un gobierno estatal de coalición progresista ha provocado en esa izquierda una mutación conceptual con las consiguientes alteraciones de perspectiva, discursivas y también de mentalidad. Tan es así que ha sido la práctica del gobierno la que ha hecho emerger, en un momento electoral, el nuevo liderazgo, socialmente tan querido, de Yolanda Díaz. Por eso no hay que entender ese liderato desde una óptica personalista sino comprendiendo que la gestión política de la ministra de Trabajo representa simbólicamente y en la praxis una cultura política que es la que reclama la mayor parte de la ciudadanía y que pivota sobre dos aspectos: una concepción ideológica que entiende que para hacer avanzar la agenda política de izquierdas hay que asumir responsabilidades de gobierno incluso en minoría y que eso conlleva la aceptación de renuncias y el abandono del discurso polarizador hacia otras fuerzas de progreso y, por otro lado, un enraizamiento de nuestro proyecto político en el sindicalismo clásico, que en nuestro país representan principalmente CC OO y la UGT. Sobre este paradigma hemos de construir una alternativa política de izquierdas en Asturias comenzando cuanto antes.

Hemos superado un periodo complejo de la izquierda que ha dejado claras, de forma empírica a lo largo y ancho de todo el Estado, dos cuestiones fundamentales: no existirá una casa común homogeneizadora de toda la izquierda transformadora porque en la pluralidad organizativa e ideológica reside nuestra capacidad para lograr mayorías y cambio político. Por otra parte, sí existe la necesidad de que esa izquierda colabore en torno a una causa común que requiere un esfuerzo conjunto estratégico que sea, como hemos dicho, siempre respaldado por CC OO y la UGT sin cuya fuerza social no se consiguen conquistas políticas como estamos viendo con el SMI. Por tanto, en Asturias, hay que organizar la diversidad de la izquierda transformadora en torno a metas conjuntas como son la siguientes: una agenda legislativa común, unos presupuestos autonómicos sostenidos por una mayoría de progreso, alianzas municipales de todo el campo progresista, una política industrial imprescindible para Asturias y que sólo existe cuando la izquierda sindical y política se moviliza reclamándola y una reforma inmediata del Estatuto de Autonomía para que no llegue tarde a las Cortes. En esta nueva etapa de esfuerzo global, conjunto y estable de toda esa izquierda asturiana, las discrepancias no deben nunca convertirse en conflictos ni en desavenencias agresivas que confundan a la ciudadanía y den una pésima imagen de las fuerzas políticas, sino que deben gestionarse como diferencias que nunca obstaculizarán la eficacia de la cooperación en los asuntos esenciales que importan a los y las asturianas.

La ciudadanía de izquierdas nos demanda, por igual, pluralidad y un trabajo conjunto que dote de fuerza y utilidad a los votos que nos han confiado. Quieren ver que, desde la crítica e incluso la impugnación, la izquierda asume responsabilidades y se implica en la complejidad que exige la transformación de la vida diaria de las personas. Es aquí donde IU de Asturias es verdaderamente ejemplar y puede demostrar una práctica política que abarca desde la conquista del salario social en la legislatura de Laura González hasta las actuales alcaldías y co-gobiernos municipales y los acuerdos presupuestarios autonómicos. Por eso nos reconocemos en el discurso de nuestras y nuestros ministros sobre cuál es la vía para transformar la sociedad: la gestión de la pluralidad progresista mediante pactos, acuerdos y conquistas parciales e imperfectas pero de inestimable valor como el Ingreso Mínimo Vital. Cualquier otra concepción sobre cómo se obtiene una mayoría para el cambio social siempre ha sido mítica y ha terminado por reforzar a las opciones progresistas posibilistas que, en el auge de la ilusión ciudadana, estuvieron a punto de perder la prevalencia electoral.

Desde el inicio del próximo curso político en septiembre Izquierda Unida, que es indispensable para que la izquierda sea transformadora, se volcará en hacer posible y plasmar en la realidad esa causa común de la izquierda. Es necesario abrir un amplio diálogo a todos los niveles entre toda esa izquierda existente en nuestra comunidad para generar iniciativas y propuestas que hagan posible un impulso de la política asturiana que está dando signos de pérdida de fuerza impulsora, ralentización transformadora, abandono de los grandes objetivos políticos que necesita Asturias y de pérdida de interés por la consecución un acuerdo progresista alternativo a las fuerzas conservadoras. Si queremos cambiar de época en Asturias, hay que empezar por cambiar de época en el seno de una izquierda que nunca, para nadie, volverá a ser la misma que fue hace años porque la sociedad nunca es la misma y hay que analizarla de forma permanente para entenderla. Todo cambia, nada es.

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