La Feria de Muestras regresa tras la suspensión forzosa de 2020 por la zozobra del covid. Estamos, pese a las limitaciones que rodean la convocatoria, ante el gran acontecimiento de masas del verano. Igual que acudir en primavera a la Ascensión o rendir tributo en otoño a la Santina, visitar la cita gijonesa forma parte de esa colección de fechas ineludibles del ritual asturiano. Aunque el virus pierde fuelle, aún restan por delante meses de convivencia con un enemigo debilitado. Para eludir la penuria no queda otra que controlarlo e ir creando a la par espacios seguros que abran paso a las actividades. En este sentido, la Feria supone un test serio y un gran paso hacia la normalidad en un periodo de mutaciones decisivas para Asturias, como bien se puso de manifiesto durante la inauguración.

La recuperación toma forma. El desempleo baja con intensidad. Incluso con descensos muy superiores a los de otras comunidades turísticas beneficiadas especialmente en esta época por la temporada estival. La gran industria regional, maltratada por decisiones precipitadas y populistas de las administraciones, sigue ejerciendo de pilar básico. A pesar de las trabas impuestas y de las sobrevenidas con la pandemia, registra el menor número de desocupados de los últimos 17 años, con pedidos suficientes para resistir hasta diciembre. ¿Qué evidencias faltan para convencer a alguien en La Moncloa de la conveniencia de protegerla contra viento y marea para que Asturias funcione?

Los institutos de análisis endulzan las previsiones. Que los buenos augurios no acaben en complacencia. El Principado crece a ritmo lento, por debajo de otras comunidades. En esta liga por aumentar la riqueza y el bienestar de los ciudadanos no vale mantenerse, sino ganar. Un indicador cercano para tomar el pulso a la realidad económica, menos teórico que las estadísticas, lo ofrece cada verano la Feria Internacional de Muestras, en Gijón, mosaico de las empresas y sus potencialidades.

Asturias es la primera autonomía que visita la flamante titular de la cartera de Ciencia, Diana Morant, precisamente para inaugurar el certamen de este año. La coincidencia no puede ser más afortunada porque la transición de esta tierra desde un perfil de industria básica con alto impacto ambiental a otro verde, digital y fundamentado en el conocimiento pasa ineludiblemente por la innovación. La propia ministra lo recalcó en la apertura, además de llevarse del viaje la experiencia de los centros tecnológicos de las multinacionales aquí asentadas como modelo para toda España.

La muestra llega cuando la tasa asturiana de incidencia del covid es la más baja del país. Nada que ver, gracias a las espectaculares tasas de vacunación, con la mortalidad de embates precedentes. En noviembre de 2020, en lo peor de la pandemia, Asturias sumó 596 fallecidos; el pasado mes de julio, 22. Nunca, ni cuando estemos a punto de proclamar la victoria verdadera, conviene desprotegerse.

Pero la vida sigue y abrirle camino requiere reconquistar poco a poco espacios. Como el de la cita en el recinto Luis Adaro. La seguridad se ha extremado. Aunque a algunos las medidas les resulten incómodas, mejor pecar por exceso. Concluir sin multiplicar los contagios supone un reto que marcará el futuro para la reanudación de otros acontecimientos multitudinarios. Superar esta prueba requiere del civismo de la ciudadanía. Siempre ha ocurrido así en cada uno de los desafíos de este tormento sanitario.

Casi todas las grandes firmas e instituciones vuelven a estar representadas. También LA NUEVA ESPAÑA, que además de acercar la mejor información global y local, presentará ante el público una mirada original sobre cuevas y castros, tesoros prodigiosos de nuestro patrimonio. Muchos asturianos esperan el estreno de este escaparate gigante para buscar, comparar y comprar desde tractores a baterías de cocina. La automoción, los servicios, la hostelería hacen negocio. A otras empresas acudir no les reporta beneficio directo, pero sí un valor simbólico de marca: formar parte de ese instante en el que Asturias y su pujanza se muestran al mundo.

El presidente Adrián Barbón no quiso desaprovechar el viernes esta magnífica ventana para reclamar a la oposición que aparque el partidismo y pacte unos Presupuestos de consenso que expriman al máximo las posibilidades de la comunidad y aceleren su transformación. Un momento de cambio histórico como el presente requiere de generosidad, decisiones audaces y compromisos inéditos.

La Feria es más que comercio. Lo cultural, lo social, lo gastronómico, lo recreativo conforman otras vertientes nada desdeñables de sus múltiples caras. Ojalá este regreso sirva para añadirle una faceta nueva: la de convertirse en revulsivo, en hito que fije un antes y un después de la Gran Reconversión (década de los 90 del pasado siglo), la Gran Recesión (2008) y la Gran Reclusión (2020). El punto de inflexión de esta Asturias severamente castigada por una sucesión en cadena de crisis a la que le cuesta levantar cabeza y creer en sí misma.