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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Se nos funden los plomos

Si la gran industria asturiana tuviera que competir al modo olímpico con sus homónimas francesas y alemanas estaría condenada de antemano a ocupar la calle del tartán más alejada del éxito y con un lastre de toneladas de peso atado a los tobillos. La causa de esa sobrecarga que impide la sana competencia empresarial es el desorbitado precio de la energía eléctrica en nuestro país, que augura tiempos de apagón en la cuenta de resultados de las compañías electrointensivas. Con semejante coste, unos saltan a la pista descalzos y otros con zapatillas supersónicas.

Así no hay empresa que dispute en buena lid una carrera en el mercado caníbal de la globalización, si las factorías asturianas de ArcelorMittal se ven obligadas a pagar 87 millones de euros más al año por el alimento energético de sus hornos altos que las radicadas en Francia; y 53 millones más del ala si se compara con las siderúrgicas de Alemania. En España el megavatio sale más caro que ponerle zapatos de piel de cocodrilo a un ciempiés.

Si al precio del consumo energético se le suma la competencia desleal del acero chino o del procedente de la Turquía de Erdogan, más baratos en sus costes de producción, resulta milagroso que la siderurgia asturiana siga en pie. A la UE, cuyo primer antecedente fue la CECA, ahora que no queda carbón le merece la pena defender el acero. A Europa corresponde apuntalar a las empresas aceristas del Viejo Continente y al Gobierno español tomarse de una vez en serio medidas que permitan el abaratamiento de la luz. Que parece que el tema eléctrico se les reduce al empleo habitual del enchufe. Si Barbón no reclama y el gabinete de Sánchez no actúa con energía, a las empresas de la región se les van a fundir los plomos.

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