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La Subdirección General de Asociaciones, Archivos y Documentación ha desestimado la solicitud de registro en nuestro país de la Sociedad de Abducidos por los Alienígenas España (permítaseme atribuirle las siglas de SAAE), entendiendo que no cumple los requisitos establecidos en la legislación. Al no haber podido notificar a los peticionarios la mala noticia “por causas no imputables a la Administración”, el texto que desestima sus deseos se ha publicado en el “Boletín Oficial del Estado”.

La noticia del párrafo anterior la he leído en un diario madrileño de ámbito nacional y no tengo motivos para dudar de ella porque el periódico, curándose en salud, reproduce la página del BOE en cuestión. Una medida seria y prudente porque, así, los gestores de la sociedad fallida podrán comprobar que incluso los abducidos por los alienígenas deben ajustarse a las leyes vigentes. Si quisiesen ignorarlas sin tener que pechar con las consecuencias, deberían haberse apuntado al proceso soberanista. Qué falta de sentido común.

El desánimo cunde cuando, pese a las temperaturas insoportables que nos envía desde África una onda de calor que lleva el nombre del demonio –cosa que cabría entender como el inicio de un diálogo con lo sobrenatural capaz de despejar algunos de los callejones políticos sin salida en los que estamos metidos–, la administración no relaja ni por un momento las exigencias burocráticas más nimias. Porque ha sido el hecho de no haber podido contactar con los gestores de la sociedad la que ha desencadenado la desestimación. El Ministerio del Interior había procedido el pasado día 5 de agosto a aprobar la legalización de SAAE, así que las razones de fondo que llevaron entonces a reconocer no sólo que hay abducidos por los alienígenas aquí, en España, sino que tienen derecho a asociarse, no permitían anticipar el archivo del expediente.

Lo tengo por injusto. ¿No habrá alguien con dos dedos de frente en el ministerio cuya cartera maneja el exjuez Marlaska capaz de entender lo difícil que tiene que ser contactar con quienes han sido abducidos? Cabría pensar que, en defensa de los derechos individuales que tantas veces se dan por atropellados en España, algún ujier, secretario, asesor o cuñado con derecho a despacho debería haberse puesto a lanzar las señales pertinentes al espacio en vez de optar por el recurso fácil de la publicación en el Boletín Oficial del Estado. Me consta que los alienígenas no lo leen –los soberanistas, sí– así que tampoco habrán podido comunicarle la desestimación a los abducidos. Tal vez sea mejor así; no imagino peor desventura para la víctima de un rapto alienígena que tener que enterarse por el órgano gubernamental de que, en adelante, ni siquiera está al alcance de su mano el alivio de asociarse.

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