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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Varados en Andrín

Unos franceses que conducían una furgoneta quedaron varados en la playa de Andrín como si fueran cetáceos desorientados a merced del oleaje. Cuando agentes de la Policía Municipal de Llanes llegaron al lugar del siniestro con ánimo de multar a los intrusos, los gabachos alegaron que la culpa fue del GPS, que les metió en el arenal sin posibilidad de marcha atrás. Como intento de evitar la sanción, la excusa resulta escasamente convincente: para arribar a esta playa a cuatro ruedas hay que saltarse varias señales de prohibido el paso y atravesar una duna de guijo y pedernal. O sea, que no cuela.

Por culpa del cambio climático, a algunas ballenas se les ha averiado el GPS y acaban sus días en playas inexplicables por un error de navegación. Cuando vara una ballena en Asturias, el cadáver lo llevan a Cogersa. La furgoneta de Andrín, tuneada hasta el navegador, merecería haber acabado en un desguace, después de haber sido remolcada por un tractor.

Tal vez pretendía la familia gala asentar sus reales en primera línea de playa, a modo de chiringuito, dado el creciente gusto de algunos turistas de viajar con la casa a cuestas, como si fueran caracoles rodantes. Y de esta forma gastan menos en su periplo vacacional que Chanquete en el recibo de la comunidad de vecinos. Si les dejan, los franchutes montan una timba de julepe sobre el islote de Ballota.

Si lo que pretendían era ahorrar hasta en gasolina, deberían haber aguardado, panza arriba, a que subiera la marea. De esa forma, la resaca les habría conducido hasta la Dune du Pilat. O con un poco de suerte, a Cornualles. Aunque teniendo en cuenta que el Cantábrico se muestra estos días más quieto que un plato, no iban a encontrar en Andrín más resaca que la suya.

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