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Jonás Fernández

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Jonás Fernández

Olaf Scholz: un canciller socialdemócrata para Alemania

La sorprendente recuperación del SPD

El próximo 26 de septiembre se celebran elecciones legislativas en Alemania, y tal parece que estamos ante un vuelco histórico. Tanto en estos comicios como en las presidenciales de Francia de la próxima primavera no solo está en juego el rumbo de estos países, sino también la orientación de la segunda parte de la legislatura europea. Dejando el debate francés para más adelante, en estos momentos todas las encuestas recogen una victoria del Partido Socialdemócrata en Alemania, liderado Olaf Scholz, actual ministro de Finanzas, si bien se mantendrían abiertas distintas combinaciones de coaliciones gubernamentales. Veamos.

En primer lugar, resulta quizá sorprendente la recuperación del SPD en las encuestas, teniendo en cuenta que en la pasada primavera promediaba en torno a tan sólo el quince por ciento de los votos. Su participación como socio junior en la “gran coalición” con la CDU-CSU de Angela Merkel parecía minar sus expectativas electorales, y los conflictos internos no dejaban mucho espacio para el optimismo. El mismo Olaf Scholz, en cabeza ahora las encuestas, se había presentado a liderar su partido el pasado año en un Congreso que perdió y cuyos vencedores no encontraron candidato alternativo para comparecer ante estas elecciones. El SPD era percibido como un partido antiguo, demasiado gerontocrático y con unas bases muy concentradas en obreros industriales, cuya relevancia numérica sólo ha hecho que menguar en las últimas décadas en todo occidente. Los jóvenes parecían preferir otros partidos, quizá los Verdes, que también se beneficiaban del apoyo de antiguos conservadores y nuevos profesionales de clase media.

Sin embargo, sorpresivamente, la salida de Merkel del escenario político está produciendo un realineamiento de las preferencias electorales, y Olaf Scholz aparece a ojos de una gran mayoría como el mejor candidato para alcanzar la Cancillería. Ni el conservador Armin Laschet y ni la Verde Annalena Baerbock han logrado presentarse ante la ciudadanía como personas con el nivel adecuado para dirigir el país.

En los últimos años he compartido mesa y conversación con Olaf Scholz en varias ocasiones. Desde el inicio de esta legislatura europea, donde me encargo (entre otras cosas) de la portavocía de mi grupo parlamentario en el Comité de Asuntos Económicos y Monetarios, he venido participando en las reuniones de ministros de Economía socialistas previas a las citas del ECOFIN y el Eurogrupo, organizadas por el Partido de los Socialistas Europeos bajo la coordinación del propio Scholz. He podido apreciar en él una persona, sin duda, prudente, pero con una notable determinación política y un compromiso a la par europeísta y socialdemócrata tanto en el tratamiento ante la crisis del coronavirus como en la recuperación de la capacidad tributaria, paso necesario para el fortalecimiento de los estados de bienestar.

Ejemplos de esos objetivos los encontramos tanto en la puesta marcha del Next Generation EU como en el reciente acuerdo global para fijar una imposición mínima a las grandes corporaciones. Además, en estas reuniones internas no mostraba jamás signo alguno de ese cierto paternalismo de otros políticos septentrionales y ejercía un liderazgo cooperativo e inclusivo en ese grupo de ministros socialistas.

Su programa ante estas elecciones es sustancialmente clásico: impulso de la inversión pública, incremento del salario mínimo y mejora de las pensiones, acceso a la vivienda y reforzamiento del sistema tributario. Un programa que entronca con la socialdemocracia de siempre y que parece que comienza aglutinar una mayoría tras de sí. Ni Scholz ni su programa resultan revolucionarios, pero quizá lo más rebelde en estos tiempos de tribulación sea defender las banderas de nuestros padres (y madres).

En todo caso, el camino para alcanzar la Cancillería no termina el día de las elecciones. Después, habrá que seguir de cerca las negociaciones para conformar gobierno, y aquí resurgen las dudas. Aun en el caso de que los conservadores de CDU-CSU queden segundos en las elecciones, contarán con el respaldo de los liberales de la FDP para intentar alcanzar el gobierno. Además, habrá que ver que actitud tienen los Verdes. Durante los últimos meses, el partido ecologista ha venido desplegando una campaña para avanzar en un posible acuerdo nacional con la CDU-CSU que dejaría al SPD en la oposición. Ese pacto, bajo los cálculos previos, habría podido necesitar también a los liberales y, ciertamente, desconozco cuán avanzadas estaban esas conversaciones. En todo caso, ese escenario resultaba más factible si la victoria caía del lado conservador o incluso, como llegó a apuntar alguna encuesta en primavera, de los Verdes, pero con un SPD como primera fuerza esa opción debería perder pulso.

Con todo, no se debe descartar esta posibilidad, si bien el escenario central pasa ahora por otro tipo de coaliciones que permitan a Olaf Scholz, si finalmente acaba venciendo, liderar la Cancillería. Podríamos estar, pues, ante una reedición de la gran coalición, ahora bajo liderazgo socialdemócrata, aunque las encuestas restan posibilidad a esta opción. Otras vías conducirían a un gobierno de socialdemócratas y verdes, junto a liberales o Die Linke (el partido a la izquierda del SPD).

Todas las opciones están abiertas, aunque lo menos incierto resulta ahora mismo esa tan esperada victoria del SPD. Atentos.

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