Saúl: “Lo más positivo que puedes hacer en tu vida es mantener bien lejos de ti a la gente negativa. Siempre que sea posible, claro, y no tengan poder afectivo o profesional sobre ti, no soy tan ingenuo de pensar que puedes darle la espalda siempre a un jefe o a tu padre si están recargados de polos tóxicos que no hacen más que helarte la existencia. Pero con el resto de la gente no tengas la menor duda: sepárate lo antes posible y mantén las distancias debidas para que no te contaminen. No me refiero solo al cara a cara: serás más feliz si pones un cortafuegos a lo que escuchas en la radio o la televisión, no te digo ya si te metes en las redes sociales, inmenso caladero de tiburones a los que les atrae el rastro de sangre.
Seguro que conoces a personas sin cuya proximidad respirarías y pensarías mejor. Personas que son especialistas en soltar por la boca palabras que buscan herir a los demás, a veces de manera inconsciente y otras con una clara determinación de hacerlo. Personas que emiten sin titubear sentencias condenatorias sin juicio previo, sin atender a razones, sin analizar todas las versiones de los hechos, sin pararse a pensar en las circunstancias en que se produjeron los acontecimientos. Personas que se alimentan de mentiras envenenadas por la intolerancia y el desdén, o sometidas a la tiranía encrespada de los rencores que se retroalimentan y extienden su poder discriminatorio a velocidad de vértigo. Personas que pertenecen a una plaga muy común que avanza como la marabunta destruyendo lo que encuentran a su paso con sus vibraciones corrompidas y su forma de entender la vida como una celebración de la oscuridad inepta y el abatimiento generalizado. Personas que se quejan por todo y de todos en un bucle infinito que, como no te sueltes a tiempo, te empujará al abismo”.
