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Antonio Trevín

Avisos inquietantes de Yolanda Díaz

Trascendente emplazamiento y condena del reciente pasado socialista

La vicepresidenta segunda del Gobierno y Ministra de Trabajo y Economía Social, estuvo en Asturias y mandó un par de “recaos”.

Uno al presidente Sánchez. El otro a los ministros socialistas que, entre Largo Caballero y ella misma, ocuparon su despacho.

Si el 31 de Diciembre no está derogada en el BOE la actual normativa laboral, dimitirá. Lo repitió dos veces, por si no lo habíamos “pillao” a la primera, en el salón de actos del la UGT de Asturias, el pasado lunes. Como, por interpretar periódicos durante el franquismo estoy entrenado en leer entre líneas, lo cacé a la primera: o le aprueban este año las leyes laborales que preconiza, o cae el gobierno. Su dimisión arrastrará a Unidas Podemos. Si la general toma las de Villadiego, su tropa la acompaña. El presidente Sánchez queda avisado. De la concertación social no se esperan más acuerdos conjuntos con patronal y sindicatos y los compromisos con Bruselas, para implementar el Plan de Recuperación, parecen no agradar a Yolanda Díaz. Moncloa: “Tenemos un problema”.

El segundo “recao”: la señora Díaz, no encuentra aspectos positivos en la legislación laboral de nuestra democracia. Debemos remontarnos a las reformas de Largo Caballero, Ministro de Trabajo entre 1931 y 1933, para encontrar leyes socialistas de su agrado. Entre él y ella, solo ve decisiones lesivas para los trabajadores. La jornada laboral de 40 horas, los 30 días de vacaciones o la sustancial mejora de la protección a los desempleados de los gobiernos de Felipe González, por citar solo tres ejemplos, son para ella peccata minuta. Y Almunia o nuestro Martínez Noval, socialistas prescindibles.

Doña Yolanda platicó de todo ello con exquisitas formas. A uno de sus antecesores, el franquista José Solís, lo apodaban “la sonrisa del régimen”. Ella la exhibe, también, de continuo. La diferencia entre ambos es abismal: la que hay entre dictadura y democracia. Sin embargo, la historia juega con nosotros. En el mismo edificio donde ella conferenció, se reunió el franquista con mineros del Caudal y el Nalón, hace seis décadas, forzado por el brete en el que puso a la dictadura la huelga de 1962.

Dice uno que estuvo en ambas, que en sonrisas empataron. En puntualidad ganó el franquista (tuvo que esperar por sus interlocutores). Y en educación la señora Díaz (Solís intercambiaba un taco cada tres palabras, por ninguno ella).

Aventuro un otoño políticamente borrascoso. Yolanda Díaz marca perfil propio en el gobierno y reclama espacio privilegiado en la manifestación. Cree, como Gonzalez Ledesma, que es más fácil y limpio el trabajo de la oposición, pedir cosas, que el del Gobierno_ lograrlas. Por eso los que reivindican hablan con “la voz de los justos”, y sus banderas están llenas de “pureza”, sin la mancha de ningún compromiso.

Churchill, que no era un entusiasta de los gobiernos de coalición, sostenía, con razón, que es más fácil unirse a malos compañeros de viaje que librarse de ellos.

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