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Inmaculada González-Carbajal García

Un cambio de enfoque para el final de las vacaciones

Una propuesta para un feliz comienzo de un nuevo ciclo tras unos días de descanso

Se acaba el verano y toca volver al trabajo y a las aulas. La vuelta de las vacaciones, por largas que sean, provoca una cierta resistencia, que es normal después de un tiempo sin horarios, en contextos alejados de nuestra realidad habitual y con actividades que nos producen una satisfacción inmediata. El tiempo en el que queremos permanecer en esa actitud de resistencia ante lo irremediable depende de nosotros. Podemos “flagelarnos” mientras nos repetimos de forma machacona lo infelices que somos porque tenemos que trabajar o volver a estudiar, pero también podemos ampliar la perspectiva de nuestra realidad y darle otro enfoque.

Antes de la crisis económica del 2010, cuando llegaba el final del verano, en los medios de comunicación se hablaba con frecuencia del “síndrome postvacacional”; algunos llegaban a proponerlo como una verdadera patología con nombre propio: “depresión postvacacional”. En los informativos de radio y televisión se anunciaba la llegada del temido síndrome y en algunos programas salían expertos que hablaban sobre el tema. Se ve que por entonces no teníamos grandes problemas y no había nada más interesante de qué hablar, y desde luego, ya se vislumbraba en el horizonte un futuro prometedor para una pléyade de profesionales de la experiencia a los que nadie cuestiona su currículum y menos su sentido común, porque con el apelativo de “expertos” quedan avalados para decir lo que quieran, incluyendo sandeces, opiniones personales y todo tipo de especulaciones. Entre esta legión de “especialistas”, no faltaba quien recomendaba acudir a un psicólogo para sobrellevar mejor el desánimo que provocaba volver al trabajo.

En los años duros de la crisis, el tema dejó de interesar, porque, evidentemente, teníamos un problema real, la falta de trabajo, y lo uno va con lo otro: si no hay trabajo, no hay vacaciones; así que como para hablar de algo que muchos españoles no podían tener en aquellos momentos. Cuando la situación empezó a mejorar, el asunto volvió a ser mencionado, si bien no con la perspectiva enfermiza de antaño. De todos modos, pocas veces he escuchado referirse a ese natural estado de inercia a mantener el ritmo sin horarios de las vacaciones, desde un enfoque de normalidad; es decir, despojándolo de cualquier vestigio de patología.

Si cambiamos el enfoque sobre esta vuelta a lo cotidiano, es mucho más fácil asumirlo como algo normal, que no tiene por qué estar más presente en nuestro ánimo que el tiempo y el espacio que queramos darle. Si hemos tenido vacaciones, es porque hemos podido, y para ello intervienen al menos dos factores: tener un trabajo y disponer de medios económicos, algo que muchos no tienen. Además, tenemos también salud, que nos permite volver al trabajo y haber disfrutado del descanso, algo de lo que, en estos momentos que vivimos, en los que la salud es un bien al alza, muchos no disponen. Por tanto, si valoramos todo lo que tenemos, es más fácil reconocer que somos afortunados y retomar la vida de cada día con buen ánimo, porque las vacaciones no dejan de ser un regalo de tiempo en el engranaje de la vida que cada uno construimos con el conjunto de las actividades cotidianas.

Y la vuelta al colegio es un privilegio que muchos niños, niñas y jóvenes no tienen en muchos lugares del mundo. Además, es algo que se ha conseguido a lo largo de los años y después de la lucha de muchos para alcanzar una educación universal, algo que no han conocido nuestros antepasados más próximos, padres de muchos y abuelos de tantos, que no tuvieron la oportunidad de estudiar y sí la de trabajar desde edades impensables para nuestros tiempos. Así que somos afortunados por tener un colegio o una universidad a la que volver para seguir recibiendo formación.

Por tanto, el tiempo de las vacaciones se acaba para la mayoría y toca empezar un nuevo año, porque para los que hemos sido estudiantes durante un largo período de nuestras vidas, el año sigue empezando en septiembre. Así que feliz comienzo de un nuevo ciclo, con la alegría de tener salud, tener trabajo o poder estudiar y haber podido disfrutar de unos días de descanso.

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