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Manuel Herrero Montoto

¡Estamos salvados!

Sostenibilidad, innovación y ecología

Lo soltó la ministra de Ciencia e Innovación, Diana Morant, ante una audiencia de importantes, reina Letizia incluida, dijo: “Es el momento de arrimar el hombro por los demás”. Y también: “Con una mirada innovadora, un enfoque sostenible y una hoja de ruta consensuada”. Sus palabras me produjeron calambrines desde las ingles a las orejas. Y lo soltó en el discursito de entrega de los Premios Retina ECO a la sostenibilidad, la innovación y la ecología.

¿Y los premiados? No me lo va a creer. Pues, mire, Repsol el primero. A Repsol, ya sabe, esa empresa gigante que entre la bolsa o la vida opta por la bolsa, engrosándola con los petrodólares que acumula extrayendo la sangre negra de la tierra y transformándola en combustible de motores de coches, que a su vez la gasifican y luego la respiramos en forma de monóxido de carbono y nos vamos al huerto. Como ve sostenible, innovadora y ecológicamente pura. Un acierto del jurado. Y en segundo lugar a otra megaempresa fabricante de aviones, la más potente, Airbus. Si Repsol, nos mete la mierda a ras del suelo, Airbus la suelta desde las nubes. Y seguimos. ¿Hay más? Sí. Turno de Cellnex. Otra medallita para la grande en infraestructuras de telecomunicaciones inalámbricas. Como usted sabe los smartphones necesitan el coltán, la masa madre de la telefonía móvil, el nuevo petróleo, por él matas y te matan. La Guerra del Coltán en la República Democrática del Congo, 5.000.000 de muertos la avalan. Sumemos la destrucción de la selva del Ituri y la explotación salvaje de sus hombres y mujeres. Por si el coltán fuera poco, su telefonito y el mío precisan de cobalto y litio, y los mineros africanos que extraen el oro de última generación son niños y niñas de edades que rondan los diez años, unos 40.000. Amnistía Internacional denuncia, como el que predica en el desierto, que viven en el peor régimen de esclavitud que la Historia haya conocido y que respiran por branquias porque la fibrosis del cobalto les comió los pulmones.

Nadie lo duda, estos laureles de hipocresía de alta costura y Coco Chanel van a conseguir que el monóxido de carbono se vaya a tomar vientos, se fumará la pipa de la paz en Congo sobre millones de muertos y los peques que curran sin descanso y sin pulmones volverán a los columpios de los parques infantiles y a la escuela con el catón bajo el brazo. “Arrimar el hombro por los demás”, es usted todo corazón, señora ministra, y a los señores galardonados, gracias por salvar el planeta, de todo corazón.

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