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Luis M Alonso

Sol y sombra

Luis M. Alonso

Mesa de diálogo

Si no hay más remedio y lo que nos queda es dejar constancia de su insidiosa presencia en el mundo, a Carles Puigdemont habría que recordarlo por “El Ausente”, como a José Antonio Primo de Rivera, aunque por otros motivos. El prófugo que proclamó la república en Cataluña y huyó con evidente cagalera a las pocas horas ha sido apartado junto a los suyos de la famosa mesa de negociación extraparlamentaria reinaugurada por Sánchez y Aragonés en el Palau de la Generalitat. Con un independentismo desmembrado y ceniciento, el Gobierno y ERC tendrán que componérselas para escenificar de aquí al final de la legislatura un minué de gestos, imágenes y retórica para dar a entender a quienes le siguen que existe una voluntad de solucionar el conflicto catalán. Unos, los separatistas republicanos, insistiendo en reclamar la amnistía y el referéndum; otro, el Gobierno, dejando claro que está abierto en todo momento a un diálogo de besugos que consiste en más cesiones económicas y de competencias.

Sánchez lo ha definido como una agenda de “reencuentro social”, como si en algún momento el resto de los españoles hubiéramos mostrado cualquier predisposición al desencuentro con los catalanes. En cualquier caso, no hay prisa. El Ejecutivo central no la tiene por desmontar el paripé y tampoco lo oculta, mientras que ERC, que sí disimula, sabe que siempre tiene la posibilidad de seguir ejerciendo el oportuno chantaje asimétrico que sitúa a Cataluña en primera posición de un trato preferencial frente al resto de las autonomías de este país. Pero, no hay que engañarse, ese es el alto precio que los españoles estamos pagando por mantener un gobierno debilitado por las alianzas más indeseables para el conjunto de la nación. La estrategia por parte de Aragonés es clara pedir lo imposible, aquello que no permite el ordenamiento constitucional, para conseguir todo lo que el Gobierno está dispuesto a ceder a cambio. Que como ya saben consiste en una humillación, intelectual y material, constante para el resto de España.

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