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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

John Wayne cabalga en Oviedo

La Policía montada patrulla estos días por las calles de Oviedo por si hubiera que refrenar excesos pollinos en las fiestas de San Mateo o sujetar las bridas a los mozalbetes que campan a sus anchas, en actitud beoda, como si fueran la caballería de Atila o la versión 2.0 de los cosacos del Don. Para coercer a los que se desbocan, para parar los pies a los ligeros de cascos o poner en su sitio a los que abusan de la coz y el rebuzno ha llegado de Madrid un prestoso destacamento ecuestre. Con caballos de verdad, no de pega como los del tiovivo de la plaza de la Catedral.

Es bueno que este servicio de altura de la Policía Nacional goce de visibilidad ante el ciudadano, que solo ha tenido ocasión de ver a estos agentes del orden por la tele, de vigilancia en el perímetro del Bernabéu cuando se disputa un derbi. La presencia de los agentes a caballo augura un San Mateo de fortuna, con tanta herradura de la suerte a los pies de los caballos.

Resulta gratificante ver cabalgar a estos “rangers” por las avenidas capitalinas, emulando a Ethan Edwards, como centauros del desierto demográfico. Puede que Asturias no sea Texas en 1868 ni el agente de la Policía montada Miguel Gómez, ovetense con raíces quirosanas, un émulo de John Wayne, pero al ritmo cansino que avanza esta región, que se conduce más al paso que al trote o al galope, la veremos dentro de unos años convertida en una comanchería, sometida a los designios de un consejo de ancianos y al arbitrio del brujo de la tribu, que invocará a los espíritus kiowas en la danza de la lluvia contra el cambio climático para que vuelva el aguacero a restaurar los pastizales donde rumian vacas de carne, gordas como bisontes. Es lo que tiene vivir en territorio apache.

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