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Xuan Xosé Sánchez Vicente

Buenas y malas

Cuestiones que celebrar y otras que no merecen un aplauso

Cuando las cosas van bien, es obligación señalarlo. Así, la marcha de la vacunación y la disminución de los contagios en Asturies. En ambos aspectos destacamos frente al resto de España. En el primer caso, por el alto porcentaje de vacunados: en el segundo, por la escasa cifra de los mismos.

Es cierto que, en este último aspecto, hay posiblemente un vector que es parcialmente independiente de la acción humana, pero, fundamentalmente, depende de las vacunas y las medidas restrictivas. Mérito, pues, del Gobierno, mérito que subraya el que hayamos sido capaces de emplear todas las dosis que nos han sido suministradas, mientras otras comunidades, que presumen de grandes éxitos de modernidad y riqueza, almacenan vacunas a punto de caducar.

Lo que parece que va a ser la relativamente próxima apertura ferroviaria por el Huerna no es un éxito que podamos atribuir a este gobierno ni a ninguno de los anteriores, ni de aquí ni de allí, aunque habrá en su día que reconocer el papel fundamental de dos personajes en ello. En todo caso, estaremos de enhorabuena y, por favor, no me hagan chistes relacionando la supresión de la marcha atrás para los asturianos en León con el estado de nuestra demografía.

Lo que se ha convertido en una pesadilla más de la pandemia ha sido la cita previa y el retraso en la atención a los ciudadanos en diversos servicios, públicos o privados. La Administración, los bancos, las empresas han tomado como costumbre un cierto relajo en sus empleados y una cierta demora en la atención al paciente o al cliente. Actitud que, si justificada en los momentos más duros de la pandemia, parece haberse convertido ahora en una comodidad a la que cuesta renunciar. En algunos casos, esa deficiencia en el servicio, especialmente grave y quejosa en el ámbito sanitario, parece encontrarse, en parte, pero solo en parte, con problemas de personal.

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