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José María de Loma

El crucigrama

Los secretos que entraña el periódico que se lee en el bar

Llegué muy temprano a la cafetería para desayunar. Había ocupadas solo tres de las quince o veinte mesas del local. Un señor que miraba el móvil, un joven que leía un libro y una mujer que no hacía nada en concreto. Solo esperar su pedido. El periódico del día estaba en la barra, ya vuelven las buenas costumbres. Así que lo cogí, pedí el café y las tostadas y comencé a leerlo. Un columnista refractario al punto y aparte, un suceso descacharrante, una crónica política almibarada, una entrevista a un cineasta locuaz. Y llegué a los pasatiempos. Ahí estaba el crucigrama: hecho. Resuelto. Enterito. Con letras a boli azul, mayúsculas. Hechas como con tiempo y dedicación. O con tiempo y delectación. No sé, me pregunté, quién diantres habría hecho el crucigrama tan temprano y con tanto acierto. Qué manos serían esas.

Tal vez las de la mujer que no hace nada porque ya ha hecho un crucigrama. A lo mejor las del joven que lee un libro y que por eso que tiene el hábito de leer sabe resolver crucigramas. Quizás haya sido el señor que mira el móvil, que sigue mirándolo. O, claro, un cliente anterior. Me dieron ganas de proponer al camarero que abriéramos una comisión de investigación. Pero bastante tenía él con abrir un bote de mermelada que se le resistía. Aunque no es descartable que hubiera sido él el que hubiera resuelto el crucigrama. O el cocinero, que digo yo que habrá un cocinero, si no no sé quién estaba preparando los desayunos. Tentado estuve de gritar de pronto: ¡yunque de Platero! O ¡canción canaria! Por ver si en un acto reflejo alguno me respondía.

El crucigrama resuelto. Tal vez el que lo haya hecho esté ahora resolviendo un expediente, mirando unas bujías, vendiendo fruta, alegando en un pleito o paseando y dando de comer a las palomas. O en su casa. Pensando en quién será el que coja el periódico y se lleve la sorpresa minúscula de que el crucigrama ya está resuelto. En qué cara pondrá ese sujeto. O sea, yo. O sea, otro dentro de un rato. El crucigrama estará ya hecho, sí. Pero mi columna, también, pensé para mis adentros. Y mis afueras.

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