Como una Pandora moderna, Frances Haugen ha abierto la caja de los truenos de Facebook y sus negocios aledaños. Con su título en Ingeniería Eléctrica e Informática y un MBA en Harvard, que le ayudó a pagar Google, uno de sus empleadores, Haugen, se especializó en gestión algorítmica de productos. Empezó su carrera en Google, pasó por Pinterest, por Yelp y acabó en Facebook. Fue reclutada por la compañía de Zuckerberg para que dirigiese el programa de integridad cívica, que debía velar, entre otras cosas, para que la red no fuera utilizada para manipular el proceso electoral en Estados Unidos y que finalmente fue abortado.
Haugen, nacida en Iowa hace 37 años, hija de un matrimonio de profesores que le inculcó firmes convicciones demócratas, se encontró, al incorporarse a Facebook, con pecados y maldades comparables a los que la curiosidad de Pandora desparramó por el mundo. Igual que ella, Frances Haugen quiso saber y en su afán por conocer los secretos de la gran red social descubrió verdades aterradoras que no pudo callarse.
Algunas ya se sospechaban y otras se veían venir. Que el negocio de Zuckerberg antepone el beneficio económico a los valores de la democracia, que no duda a la hora de poner en riesgo la integridad moral y física de sus usuarios. Entre las personas y las ganancias, Zuckerberg siempre elige las ganancias y no importa si al hacerlo, en esa realidad paralela incontrolable, se cobra unos miles de vidas por fortalecer el discurso de los antivacunas, dar cobertura a las redes de narcotráfico o a la trata de seres humanos.
Haugen se sentía incómoda, muy incómoda en vista del riesgo personal al que se ha expuesto, y decidió filtrar una ingente cantidad de documentos, informes e investigaciones internas, conversaciones entre empleados, a la Comisión de la Bolsa de Valores y a “The Wall Street Journal”, que lanzó el “scoop” informativo como “Los papeles de Facebook”. Lo hizo protegiendo su identidad.
Cuando se atrevió a revelar quien era se dejó entrevistar en el programa “60 minutos” de la CBS, Eso fue el pasado 3 de octubre y sus declaraciones causaron enormes pérdidas en Bolsa a la compañía. Al día siguiente, el 4 de octubre, se produjo el gran apagón de Facebook, que también dejó sin servicio a sus filiales, Instagram y WhatsApp. El 5 de octubre Haugen testificó ante el Senado de los Estados Unidos y se reafirmó en sus denuncias.
En su declaración Frances Haugen expresó su convencimiento de poder contener las maldades de la red social y argumentó contra el maniqueísmo que gobierna la red: “Quieren que los ciudadanos crean que deben elegir entre un Facebook lleno de contenido divisivo y extremo o perder uno de los valores más importantes sobre los que se fundó este país: la libertad de expresión; que deben elegir entre la supervisión pública de las opciones de Facebook y su privacidad personal; que para poder compartir fotos divertidas de sus hijos con viejos amigos, también debe estar inundado de viralidad impulsada por la ira”.
Haugen está convencida de que no es así, cree posible crear redes sociales “más seguras, respetuosas con la libertad de expresión y más agradables”, pero hay que pasar a la acción y, igual que en el mundo real, llevar la ley a la selva en la que se ha convertido Facebook.
Haugen ha hablado de la responsabilidad de la red en los estallidos de violencia en Myanmar y en Etiopía, incluso en el asalto al Capitolio de los Estados Unidos. “Son solo los primeros capítulos de una historia tan aterradora que nadie quiere leer el final”, advierte.
