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Perfectas tonterías que acabarán mal

Una desdichada tendencia histórica, fruto más de la falta de pensamiento que del pensamiento, trata de abolir, para asegurar la igualdad de sus derechos, las diferencias entre lo que es diferente, cuando la prueba de la verdadera entidad humana de una sociedad reside justamente en la plena y efectiva igualdad de derechos pese a las diferencias. Así, en las que implican minusvalía se reescriben los nombres (incluido “minusvalía”) como si fueran per se una ofensa, en lugar de esforzarse más en compensarlas. También se proscriben los nombres de las distintas razas o etnias, dándoles otros de apariencia inocua pero sin poder de identificación. En la última moda, se busca a todo trance diluir en la terminología el hecho mismo de que, siendo iguales en capacidad, existan diferentes sexos, como si no los hubiera y fuera el error de un creador sexista, que corregir cuanto antes.

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