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Jorge J. Fernández Sangrador

De nuevo Teresa

La perenne actualidad de la santa de Ávila, a la que incluso acaban de dedicar un disco

Hace cien años que la universitaria judía Edith Stein se convirtió al catolicismo, al que fue acercándose por etapas. Había tenido una crisis de fe en la adolescencia, que la abocó a un ateísmo total. Sin embargo, latía en ella un deseo insaciable de buscar la verdad por medio de la razón, el estudio y los conocimientos que las ciencias humanas proporcionan. Y se dedicó enteramente a las indagaciones filosóficas que la condujeron, en la Universidad de Gotinga, al encuentro con el profesor Edmund Husserl y el método fenomenológico.

De nuevo Teresa

Los primeros coloquios de Edith con el cristianismo fueron en contexto académico: en un curso sobre el Padrenuestro y, sobre todo, a través de las obras del filósofo Max Scheler, del que escribió: «Este fue mi primer contacto con este mundo hasta entonces para mí completamente desconocido. No me condujo todavía a la fe, pero me abrió a una esfera de “fenómenos” ante los cuales yo nunca podía pasar ciega.[…]. Las limitaciones de los prejuicios racionalistas en los que me había educado, sin saberlo, cayeron, y el mundo de la fe apareció súbitamente ante mí. Personas con las que trataba diariamente y a las que admiraba, vivían en él».

Un día, visitando con una amiga la catedral de Frankfurt, reparó en una mujer que, portando un cesto de mercado, entró y se arrodilló para rezar una oración: «Esto fue para mí algo totalmente nuevo. En las sinagogas y en las iglesias de los protestantes, a las que había ido, se acudía solamente para los oficios religiosos. Pero aquí llegaba cualquiera, en medio de los trabajos diarios, a la iglesia vacía, para un diálogo confidencial. Esto no lo he podido olvidar».

Hubo otros episodios, en los que su incredulidad fue cediendo, pues la luz que irradia la Cruz de Cristo iba iluminando progresivamente los espacios de resistencia a la fe que había en su interior. Hasta que llegó la hora de la iluminación plena. Fue en el verano de 1921. Estaba en casa del matrimonio Conrad-Martius, Theodor y Hedwig, que eran amigos suyos, luteranos, filósofos y discípulos de Husserl. Tuvieron que ausentarse. Y Edith, para entretenerse, se puso a ojear los libros de las estanterías de la biblioteca. Y cogió uno al azar: el de la vida de santa Teresa de Jesús. Se sumergió en sus páginas y, cuando acabó de leer la última, se dijo: «¡Esta es la verdad!». El 1 de enero de 1922 recibió el bautismo en la Iglesia católica y adoptó los nombres de Teresa Hedwig. Hoy es, en los altares, santa Teresa Benedicta de la Cruz, copatrona de Europa.

Otro judío, el compositor y saxofonista neoyorquino John Zorn, también ha encontrado una veta de inspiración en los escritos de santa Teresa de Jesús, a la que ha dedicado su último disco, concluyendo así la trilogía incoada hace dos años, en la que son protagonistas san Francisco de Asís (“Nove Cantici”, 2019) y beata Juliana de Norwich (“Virtue”, 2020). El de la Santa española salió al mercado el 19 de marzo de 2021, fiesta de san José, hacia el que la monja reformadora sentía especial afecto, y lleva por título “Teresa de Ávila”. Fue editado, al igual que los dos anteriores, por el sello “Tzadik”.

Consta de diez temas para tres guitarras acústicas, cuyas cuerdas, en este caso, vibran al rasgarlas los dedos de Bill Frisell, Julian Lage y Gyan Riley: “Devotion”, “El Castillo Interior”, “A Blessing of Tears”, “Danza Estática”, “An Embarrassment of Raptures”, “Teresa”, “El Camino”, “The Sweetness of this Excessive Pain”, “Marrano” y “Levitations”. El retrato de santa Teresa de la cubierta es de François Gérard; el del interior, de Peter Paul Rubens.

El profesor de la Universidad de Chicago Arnold Davidson, autor de una presentación de este disco de Zorn, que figura en el libreto que lo acompaña, trata de desmontar el prejuicio ampliamente extendido de que la mística nos aleja de la realidad de la vida cotidiana. Y es todo lo contrario: nos mete en ella y la reviste, coloreándola, de trascendencia. Ésta, la trascendencia, es, además, en palabras de Arnold Davidson, «transformadora».

Mas, para que esto acontezca, se requieren ciertas prácticas preparatorias. Y de ahí la conveniencia de que se hagan «ejercicios espirituales», que dispongan al sujeto para esa renovación y elevación de su ser y de su entera existencia. Davidson no estaba pensando, cuando escribía esto, en los de san Ignacio de Loyola, sino en los de la Filosofía antigua, que el francés Pierre Hadot, recogió en su libro “Ejercicios espirituales y Filosofía antigua”.

Y vista la perenne actualidad de la Santa de Ávila, así como la de los ejercicios espirituales, la celebración, en 2022, del cuarto centenario de la canonización de santa Teresa de Jesús, de san Ignacio de Loyola, de san Francisco Javier y de san Isidro labrador, constituirá una ocasión propicia para que sean dadas a conocer, en todo el mundo, la doctrina espiritual, la forma de vida y la proyección universal de estas cuatro grandes figuras de la Iglesia en España.

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