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La posición del PSOE

Sánchez parece dispuesto a prorrogar el pacto con la izquierda y los nacionalistas

El partido que dirige el gobierno de España celebra congreso. De acuerdo con sus estatutos, una representación de los afiliados, elegida por ellos mismos, se reúne para analizar la situación y definir la línea política a seguir. El Congreso es el máximo órgano de decisión de los partidos democráticos. Tiene la misión de fijar una agenda, zanjar las polémicas y orientar e inspirar al partido cuando, como es el caso, tiene la responsabilidad de gobernar. Pero en realidad, la cita ha ido transformándose en un espectáculo, protagonizado por los dirigentes y cargos públicos, entre los cuales se mezcla algún militante de base, que cumple la función de ampliar la imagen del partido a través de los medios de comunicación. Es un hecho que la finalidad de los congresos no es el debate, sino la confirmación de un liderazgo. El papel de los afiliados adquiere carácter verdaderamente decisorio solo en la resolución de crisis internas.

El PSOE vivió hace años una situación dramática, que superó con la elección de Pedro Sánchez como secretario general en 2017. Desde entonces, el partido sigue los pasos de su líder en silencio. Acató el pacto con la izquierda y los nacionalistas, y se ha sometido a los requerimientos del gobierno de coalición en cada momento. La política del PSOE no la determina su asamblea congresual, sino que viene dictada por las exigencias de la acción del gobierno. La ponencia debatida en el congreso socialista es, en sus enunciados básicos, una traducción al lenguaje del partido de las prioridades del ejecutivo, que a su vez dimanan en su mayor parte de las directrices marcadas por la Comisión Europea, que han sido consensuadas, debemos suponer, por las grandes fuerzas políticas de la Unión Europea.

Todo esto viene a cuento de que la última etapa en la trayectoria del PSOE durante el periodo democrático ha sido excepcional por diversos motivos. Han pasado muchas cosas, la actuación de Pedro Sánchez provocó una fuerte sacudida en todos los ámbitos del partido y, al cabo de un lustro, los socialistas no han vuelto a debatir abiertamente sobre la estrategia llevada a cabo. El propósito del congreso de Valencia es festejar la continuidad en el gobierno e ir adoptando una actitud competitiva para el ciclo electoral que abrirán las elecciones andaluzas del próximo año con la expectativa de que, pasadas las dos crisis, desactivado el proceso independentista en Cataluña y familiarizados ya con los partidos de la nueva política, el panorama se estabilice de una vez. Sin embargo, tanto a la sociedad española como al PSOE les interesa por distintas razones examinar la experiencia reciente.

Los españoles, antes de dictar sentencia en las urnas, podrán evaluar el rendimiento del gobierno de coalición y de la mayoría parlamentaria que lo ha sostenido toda la legislatura. Y los socialistas no deberían esperar para hacer otro tanto. El gobierno puede exhibir logros menores, pero no un balance brillante. Los problemas causados por sus socios han impactado en el electorado del PSOE. Tras sufrir los efectos de la pandemia, la economía se recupera a trompicones y no acaba de despejar la incertidumbre. Las encuestas, incluido el barómetro del CIS publicado esta semana, reflejan un leve retraimiento general de los electores de izquierdas, del PSOE en particular, y un pequeño avance de Vox. La publicidad dada a las discrepancias habidas en el seno de la coalición, las tensiones constantes con los independentistas catalanes y el peculiar juego táctico que practica Pedro Sánchez han impedido al gobierno mostrar en conjunto una actuación coherente, que suscitara en los ciudadanos una sensación de seguridad y confianza.

Deprimido el problema catalán al menos en su manifestación pública, y más allá de enarbolar la bandera de la socialdemocracia, el PSOE padece de indefinición sobre las cuestiones más relevantes de la política española. La primera de ellas a la que debe aludirse es su actitud ante el sistema político establecido en la Constitución. En cuanto a sus alianzas, Pedro Sánchez parece dispuesto a prorrogar el pacto con la izquierda y los nacionalistas cuanto sea necesario, si no de forma indefinida, y al mismo tiempo se propone conquistar al gran número de electores moderados, achicando el espacio al PP, su rival directo. El PSOE es hoy el único partido en condiciones de llegar a acuerdos a derecha y a izquierda, pero con la pretensión de Pedro Sánchez de ocupar todas las posiciones políticas para no dejar sitio a sus adversarios, el partido se vuelve vago, contradictorio e imprevisible, un perfil poco recomendable para seducir a los votantes y poner al país en el rumbo adecuado.

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