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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Dientes de tiburón blanco

Un pescador que navegaba con su lancha diez millas al norte de Ribadesella detectó días atrás la presencia en esas aguas cantábricas de un tiburón blanco de más de cuatro metros de longitud. Y como si fuera Spielberg, le tomó imágenes y le vio la dentadura. No nadan tiburones de esa especie por la costa asturiana pero uno similar se vio a principios de este mismo mes merodeando por el puerto exterior de La Coruña, lo que hace pensar que se trata del mismo escualo, pues si contemplar uno de estos portentos marinos escapa de la norma, que fueran dos distintos supondría un acontecimiento.

A lo mejor el tiburón blanco es el heraldo náutico que han elegido Barbón y Feijóo para mandarse recados secretos sobre financiación autonómica para eludir los controles de Ferraz a un encuentro que chirría en la sede socialista de Madrid, donde entienden que sus barones pueden caer en el error de hacerle el caldo gordo al popular gallego, que es un gallego cada vez más popular hasta el punto de que cualquier día asoma como alternativa más eficiente a Pedro Sánchez. A lo mejor el imponente bicho lleva en la boca mensajes en una botella, de intercambio entre ambos mandatarios y de ahí sus idas y venidas. Aunque puede que el animal, alejado de su entorno, se haya despistado y no haya entendido el destinatario; y en vez de a Adrián el aviso se lo haya querido hacer llegar a Adriana. De ahí que el tiburón haya aparecido en la costa riosellana.

Hay animales a los que les basta con enseñar los dientes para hacerse respetar. Algunos políticos deberían aprender esa técnica. Cuando uno está canino y mostrar una sonrisa Profidén no sirve, lo mejor es exhibir los incisivos. A veces, para hincarle el diente al reparto de los dineros públicos hay que apostar por el colmillo retorcido.

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