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Charo Izquierdo

Mi mojito que sea rosa

Ante el Día Mundial Contra el Cáncer de Mama

Sucedió poco antes de que nos metieran en casa en ese marzo de 2020 que marcará un antes y un después en nuestras vidas. Me recorrió un escalofrío cuando supe que mi amiga Paka, de esas a las que apenas ves pero que siempre están, sería intervenida ese mismo día de cáncer de mama. Con buen pronóstico.

Durante las primeras semanas de aquel encierro domiciliario pandémico, varias amigas mantuvimos una de esas reuniones por zoom a las que todos nos covidfamiliarizamos. Para tomar una copa de vino y vernos las caras, dijimos. Brindamos, reímos, repasamos los pormenores de la enfermedad…, y cuando estábamos a punto de desconectar, Mabel nos comunicó que tenía un bulto-en-una-teta-que-la-operaban-que-todo-iba-a-salir-bien-y-que-brindábamos-por-las-mujeres. Tenía buen pronóstico, porque lo habían detectado en un estadio temprano.

En plena pandemia supe también que curaba un cáncer de mama Ana Locking, gran diseñadora española de moda y con la que había mantenido una relación siempre especial durante mi dirección de la pasarela Mercedes Benz Fashion Week Madrid.

Y cuando parecía que acababa la pesadilla del covid (jajaja, en el verano del 20, sin saber lo que nos esperaba al menos un año más…) siguió la pesadilla de otra amiga con cáncer, mi coach desde hace tanto, que parece una vida, Mayte Ariza. También con buen pronóstico. Decía que la enfermedad se había presentado en su existencia para enseñarle aspectos de ella misma y su circunstancia que, la verdad, ignoro si eran tan necesarios.

Podría contar que en cuanto sentí que los hospitales eran lugares algo más seguros, menos contagiacovid, me sometí a mamo y eco de mama. Y que en esa ocasión más que en ninguna otra pensé “por qué no yo”, al recoger los resultados. Podría decir que marcada por esas referencias, cada mañana me procuro mi autoexploración, conocedora de la importancia de la detección precoz…

…Pero prefiero beberme un mojito. Ese al que me invitan mis queridas y admiradas amigas Mabel (Lozano) y Paka (Díaz), desde el libro que han publicado: “Te invito a un mojito”. No desvelaré el porqué de este título. Sí que es un texto escrito tras superar la enfermedad (operaciones, radiaciones, controles mediante); como todas las que he nombrado en las líneas anteriores, ¡están sanas! Y que me cautivó desde el minuto uno, y que me ha hecho reír y llorar de emoción “on the rocks” a partes iguales. No se trata solo de una magnífica narración de experiencias. Es la voz propia de la experiencia vivida, como estas dos grandes mujeres saben hacerlo: desde las entrañas y con un par de ovarios bien puestos. Es una invitación a la vida, con mayúsculas, sin olvidar los guantazos que puede propinarte al volver una esquina, lo que ellas mismas conocen bien por esta y otras duras vivencias. Es una narración a dúo, pero manteniendo la independencia de acontecimientos, descubrimientos y emociones. Es el diario de la angustia y todas sus caras “b”, de la felicidad y todas sus caras “b”. Es un baño de realidad sin burbujas trágicas. Es un libro cargado de verdad, de autenticidad y generosidad, como corresponde a los seres que son. Es un gran contenedor de conocimientos comunicados desde el realismo sin sangre. Es lo que pocas veces se cuenta sobre el cáncer; a título personal, sí, pero con evidencias y explicaciones médicas y científicas que pocos libros que no sean tratados de divulgación contienen. Es la existencia; sin dramatismo y con mucho sentido del humor, lo que caracteriza a estas dos cracks a las que adoro, lo que no me quita una molécula de objetividad. Desde luego, es el libro que toda mujer que esté pasando por el cáncer de mama debe leer. Pero no solo ellas. Porque sirve también si lo has sufrido, si has tenido o tienes a alguien cerca haciendo ese viaje o que lo haya hecho. Es un libro perfecto para comprar siempre, pero especialmente el 19 de octubre, Día Internacional del Cáncer de Mama. Es una verdad como un templo esa de que la sororidad nos hace grandes a todas las mujeres. Y ellas lo demuestran en cada página. Y por si fuera poco, en las últimas regalan delicias: recetas saludables para estar fuertes, para mejorar el organismo y el ánimo, válidas para el proceso de cáncer… pero también para siempre; doy fe. Yo, la verdad, consumí el libro y quería más. Y como no había…, me preparé un mojito.

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