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Javier Cuervo

Un millón

Javier Cuervo

Lo importante es que lo diga

Siempre habrá quien prefiera el gol de Iniesta y la marea de orgullo nacional, pero lo mejor que le ha pasado a España en los últimos años ha sido el abandono de ETA de sus actividades criminales. A veces lo mejor que pasa es algo que deja de pasar y lo mejor que haces es dejar de hacer.

Leo las palabras de Arnaldo Otegi dirigidas a las víctimas de ETA diciendo, en nombre de la izquierda abertzale, que siente “su dolor, nunca debió haberse producido”, y solo puedo oírlas en positivo. Son palabras, sí; no pueden devolver vidas ni retroceder hechos –hasta Otegi lo reconoce–, pero dicen lo que dicen. El debate que sigue (no hace falta decir que es legítimo) se sostiene sobre lo que deberían haber dicho, sobre cuándo las dice, sobre por qué. Pero releo las palabras de Otegi y creo que están mejor dichas que calladas y suman sobre el hecho de que ETA no mate respecto a cuando mataba. A lo mejor aplico lo aprendido durante casi 40 años de vida consciente en que podías levantarte con muertos por coche bomba, ir a comer con un secuestro y dormir mientras ETA extorsionaba y noto una diferencia creciente en esas palabras que se oyen sobre la base de silencio hecha del cese de las explosiones y los tiroteos. En esa lógica me extraña (y no debería) que las personas que más dolor mostraban entonces menos alivio sientan ahora.

Arnaldo Otegi ha demostrado un cinismo de anchas espaldas. Cuca Gamarra, portavoz del PP en el Congreso, le ha llamado “hipócrita” por lo que no hará, pese a lo dicho. En este caso, la hipocresía es lo de menos. Lo que importa es que desarticula el empecinamiento en la estrategia del dolor. Daría igual que Otegi no sintiera lo que dice, porque lo importante es que lo diga. Después de la derrota de una vida entregada a un fanatismo capaz de matar lo más fácil sería que no lo pensara y, por tanto, no lo dijera, y lo más frecuente que lo pensara pero no lo dijera. Lo que tiene valor es que lo diga, porque lo oyen quienes lo tienen que oír, las víctimas, y también los que siguen a Otegi. Tendrán más efecto entre ellos que entre los que no lo seguimos.

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