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Xuan Xosé Sánchez Vicente

Asomos sobre el debate

No deben esperarse ni muchas novedades ni grandes emociones del debate de estos días. Rodarán otra vez por el sótano parlamentario los temas que llevan sobre la mesa décadas o años sin resolver y alguno de planteamiento cercano pero que tampoco han sabido o podido solucionar hasta la fecha. El AVE, las depuradoras de diferentes lugares, los trenes de cercanías, el estatuto electrointensivo y el precio de la energía, el peaje del Huerna y sus diputados manifestantes contra el mismo, el lobo… No faltará, cómo no, la cuestión de la reforma estatutaria y la cooficialidad del asturiano (o el incumplimiento de la Constitución hasta ahora, que es lo mismo). Es dudoso, sin embargo, que se planteen otras cuestiones del ámbito cultural, encerrizados tantos en la de la lengua.

Lo que sí es previsible es que el discurso de don Adrián presente alguna novedad, ya temática, ya en precisión de fechas, junto con las clásicas llamadas al acuerdo, a los acuerdos, en plural. Esas novedades son elemento sustancial de esos discursos de apertura, en parte por sorprender y utilizar una especie de muleta que guíe al toro opositor a los medios donde desee torearlo el diestro, perdón, el siniestro, en este caso.

Por lo demás, la oposición reiterará la retórica habitual, repetirá las acusaciones de inutilidad y servilismo del Gobierno, propondrá también algunos pactos y hablará para sus fieles. Naturalmente, y siguiendo con los símiles taurinos (doña Ana González me perdone), unos investirán con menos fiereza, alguno mansamente, y otros con toda las fuerzas (y el tiempo de que dispongan) que les sea posible.

Al final, poco más que Cervantes: “Caló el chapeo, requirió la espada, miró al soslayo, fuese y no hubo nada”. Rituales.

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