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Un punto en la agenda de Asturias

Asturias no es sinónimo de crisis, como pudo serlo hace décadas, pero es una región con problemas. No son exclusivos, pero aquí se manifiestan en su conjunto de forma específica. Estriban en los fuertes desequilibrios económicos, demográficos y territoriales que de una manera u otra tienen implicaciones para todos los asturianos. Se dice que Asturias está superdiagnosticada y, sin embargo, no parece que hayamos alcanzado un conocimiento preciso y una comprensión plena de nuestra realidad. Si tenemos identificados, bien definidos y debidamente ordenados por su prioridad los problemas, ¿por qué una población cualificada como es la asturiana no acaba de alumbrar una propuesta clara de políticas públicas para solucionarlos y que nos sirva de orientación a todos para contribuir al beneficio de la Comunidad Autónoma?

Este es el gran reto de los grupos parlamentarios que debatirán de nuevo en torno al estado de Asturias. Los problemas de nuestra región son comunes, pero algunos requieren una actuación decidida, coordinada y sin demora. Lo primero que deberán aclarar es el lugar que reservan en la agenda de Asturias a la reforma del Estatuto. En la gestión política, hay dos errores que es mejor evitar por las consecuencias nefastas que suelen traer: uno consiste en definir mal el problema que se quiere solucionar y otro, que puede resultar peor, arbitrar una solución para un problema que no existe.

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