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Pilar Garcés

La Marbella profunda

La retirada de la custodia de su hijo a una madre que vive en la “Galicia profunda”

Le robo el concepto al admirado Rafa Aguilera, periodista deportivo de una capital chiquita y apañada, nada que ver con algunas ciudades “ombligo del mundo” que han saltado esta semana a la rabiosa actualidad: la Marbella profunda. Me imagino a Jesús Gil con su cadena de oro y rodeado de mamachichos en bikini aplaudiendo desde donde se halle (que no será el paraíso, pues el paraíso era Marbella), el auto de la jueza que ha retirado la custodia de su hijo de trece meses a una madre y como un argumento colateral señala para desmerecerla que vive en la “Galicia profunda”, frente al padre, que habita “una ciudad cosmopolita que tiene de todo”, allí mismo, en la Costa del Sol. Marbellismo judicial en estado puro. En efecto, la progenitora se separó y se fue con su bebé a su aldea natal que está a 15 minutos del casco urbano de un municipio en el que habitan 9.000 almas y a sesenta kilómetros de Santiago de Compostela. No es el País Dogón, y menos hoy, cuando con un teléfono móvil te montas una empresa que cotiza en bolsa desde una plataforma en el Mar del Norte. Pero aquí no hemos venido a reivindicar la España vaciada, ni a demostrar que en cualquier hórreo de hoy día tienen Netflix, ni a probar que un chaval se cría tan bien en la montaña como en las inmediaciones del campo del golf al que acudía Gunilla Von Bismark, pues tanto vale Galicia como Murcia o Teruel si hay amor, ni a constatar que todo terruño tiene su Ayuso, dispuesta a defenderlo hasta el ridículo y más allá. Prefiero hablar de las mujeres que desprecian a las mujeres, que siempre son solidarias con los hombres y que además tienen en sus manos el futuro y el bienestar de sus congéneres. Por desgracia.

El escrito de medidas cautelares de la jueza María Belén Ureña que ha soliviantado a Galicia entera no solo destila querencia urbanita y estereotipos contra la ruralia, es además clasista y profundamente misógino. Debe ser difícil pasar la prueba del algodón cuando un tercero disecciona a mala leche los mensajes que has intercambiado con tu ex en pleno divorcio, y se basa en ellos para diagnosticarte y definirte como insolvente. La magistrada considera a esta madre en concreto presenta una “actitud caprichosa, egoísta, inmadura, agresiva e irrespetuosa”, censura incluso que se planteó el aborto y la culpa por estar en el paro y dedicarse a la crianza. Mientras tanto, el progenitor “es médico, con un trabajo fijo, bien remunerado y con flexibilidad horaria; es un padre entregado, una persona madura, estable emocionalmente que tiene un proyecto coherente de vida, es consciente de sus responsabilidades como padre y ha demostrado tener habilidades parentales, así como una preocupación constante por el bienestar del menor”. Sostiene asimismo su argumentación que “no hay que dar por supuesto que una madre, por el hecho de ser mujer y haber parido un hijo, esto es, por razones puramente biológicas, está más capacitada o tiene cualidades o habilidades especiales para cuidar mejor de un niño”, pues, “de admitir esto, estaríamos perpetuando el papel de la mujer en la sociedad patriarcal”. Invocando el feminismo, ordena dejar al menor con su padre y decide que la desempleada solo pueda visitarle cuatro días al mes y le pague en concepto de manutención. En la Marbella profunda, el acreditado vínculo madre/hijo en los primeros meses de vida carece de cualquier valor si su contrincante en la solicitud de custodia es lo suficientemente rico.

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