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José Julián Rodríguez Reguero

En busca de la ilusión

Ante las nuevas terapias con impulsos eléctricos para tratar problemas como una depresión grave

A sus 36 años Sarah no tenido un camino fácil en la vida. Ha convivido, desde su infancia, con los síntomas de una depresión grave que no ha mejorado a pesar de múltiples tratamientos antidepresivos y terapias electroconvulsivas.

Ahora un grupo de investigadores en neurociencias comunica los resultados de sus estudios en las profundidades de su cerebro para intentar conocer mejor el origen de la enfermedad.

En primer lugar han implantado microelectrodos en numerosas áreas de su cerebro para determinar su actividad eléctrica mientras la paciente refería minuciosamente su estado de ánimo o en diferentes momentos.

Posteriormente seleccionaron dos zonas en las que objetivaron mayor descenso de actividad, en fases oscuras de sus pensamientos, para estimularlas con una periodicidad prefijada.

Los autores evalúan positivamente la respuesta a los cuestionarios sobre su estado anímico, y ella refiere su sorpresa al darse cuenta de que en un momento estaba riéndose . Hacía mucho tiempo que había olvidado la sonrisa. Aunque los inicios son prometedores, todavía hay mucho camino por delante para confirmar que esta técnica puede ser utilizada en la clínica diaria para combatir los síntomas de una enfermedad que origina tanto dolor

Una situación similar se vivió en cardiología hace 60 años cuando todavía mucha gente pensaba que el corazón albergaba las emociones.

En esa época el estímulo eléctrico que comenzó a proporcionar los primeros marcapasos externos era capaz de mantener el latido en los corazones que lo habían perdido . Desde entonces son cuantiosos los años de vida que los dispositivos han proporcionado y que, sin duda ,proporcionarán en el futuro.

Ahora, además de la propia supervivencia de los pacientes afectos de síntomas depresivos graves, está también en juego la calidad de su existencia.

Se cierra el círculo. Un impulso eléctrico mantiene la actividad del corazón y la actividad eléctrica en el cerebro condiciona nuestro estado de ánimo.

Y la electricidad, por las nubes.

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