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“Fecho en casa”, y volando lejos

El talento que se escapa de Asturias

Acaba de publicarse el nuevo libro de Manolo Carbajo, “Fecho en casa”. El anterior, “Cachinos de Mina” (2020), consistió en entrevistas a personas, sobre todo a mujeres, del entorno de la minería asturiana. “Fecho en casa” contiene en su mayor parte entrevistas a jóvenes asturianos titulados universitarios que han salido a trabajar fuera, emigrantes del siglo XXI. Muchos provienen del valle del Nalón, y algunos son exalumnos de Manolo, del instituto “Torre La Quintana” de Ciaño. La torre figura en la portada, rodeada de retratos de los entrevistados.

“Fecho en casa”, y volando lejos

Que la gente se mueva, abandone su pueblo y su país es parte de la historia de la humanidad. Por guerras, por hambre, por crisis climáticas, por aventura, por estudios, por amor, por mejorar sus perspectivas vitales, profesionales y económicas. Así que nada de extraño tienen, en principio, estas historias personales. Son 47 retratos al natural, palabras recogidas tal como emanan de los entrevistados, con sus giros coloquiales, unos cuantos con su toque asturiano, y hasta algún taco. Si algo tienen en común estos testimonios diversos es la necesidad que tuvieron de “buscarse la vida fuera,” seguido del relato de las dificultades encontradas y cómo han sido vencidas. Y también tienen en común las pocas o nulas perspectivas de poder regresar en condiciones favorables a corto y medio plazo.

Después de la resignación, y la pena del principio, (como Andrea: “Uf lo que lloré yo esos primeros meses”), casi todos acaban siendo triunfos personales: “Pero poco a poco fui haciéndome (…) Yo ahora veo que marchar pa Alemania fue lo mejor que me pasó en mi vida, no me arrepiento pa nada.” O como Mario Lebrato en Southampton: “El primer año fue difícil, realmente estaba solo, y no tenía a quién acudir, nadie que me resolviera los problemas. Por mucho que hubiese estudiado inglés te das cuenta de que apenas lo chapurreas para moverte en situaciones reales (…) Pero una vez que superé ese choque cultural el primer año, el resto ya me resultó cuesta abajo…”.

A veces han salido con el apoyo y hasta el empuje de la familia, a veces con la reserva, la reticencia o incluso la presión para retenerlos –por preocupaciones de índole varia, por el propio o la propia joven, o por la soledad en que se podían quedar ellos mismos, los familiares.

Todos abandonan su “zona de confort.” Andrea, hoy enfermera en Düsseldorf, relata: “Era hija única, sobrina casi única, la nieta predilecta… y metiéronme en una burbuja.” Hace falta resolución para escapar de la bienintencionada sobreprotección, como también la tuvo Mario Lebrato: “Me dije que ya no iba a depender de nadie y que iba a resolver las cosas por mí mismo. (…) Si algo valoro por encima de todo es mi independencia. Y eso es algo que aprendí porque a base de llevar hostias espabilé para sacarme las castañas del fuego yo solo”.

Como experiencias de superación resultan edificantes estos testimonios. Lo que ha de ser objeto de reflexión, en cambio, es esa necesidad que tienen volar lejos, por el mero hecho de que no existan oportunidades a su altura aquí. “Fecho en casa” también proporciona materia para debatir sobre lo que falla en Asturias para que estos jóvenes asentados fuera no puedan volver más que por Navidad.

Allá, pues, los tenemos, muchos ya con su pareja, con niños que nacen y crecen, y que faltan en Asturias. Así lo evidencian los informes demográficos que indican que el Principado se convertirá en el parque geriátrico de Europa si no se pone remedio.

De especial relevancia para que esta región salga adelante son, por ejemplo, las comunicaciones (Eva Barrientos: “Asturias tiene pésimas comunicaciones y muchas veces tardaría menos tiempo en llegar a Shanghái que a Langreo”), una formación más vinculada con la realidad laboral (Abelardo: “Si algo echo en cara a mi formación universitaria es precisamente eso. Que no había conexión alguna con las empresas”), facilidades para la conciliación, o la paridad, como concluye Eva en su alegato: “Si estamos fuera es porque en España no se nos valora como profesionales. Buscamos un mejor futuro, unas mejores condiciones laborales, buscamos no tener que demostrar cada día que puedes hacer el mismo trabajo que tu compañero hombre, buscamos no tener que hacer horas extras diarias sin cobrar, no tener que quedarnos en la oficina hasta que el jefe se vaya (…). Si estoy en Suecia es porque es un país que da todas esas oportunidades y donde la paridad es una realidad”.

Esperemos que dichos testimonios valgan no solo para vibrar con estos asturianos expatriados del siglo XXI, emocionarnos con ellos, como sin duda harán los lectores de estas entrevistas tan magníficamente realizadas y transcritas “al natural” por el polifacético y entrañable Manolo Carbajo, que dedica el libro a su madre, recientemente fallecida.

Podrán hacernos reflexionar, pues, como sociedad, sobre todo a políticos, gestores, emprendedores: ¿qué es lo que haría falta para que pueda regresar esta juventud, aparte de los “brazos abiertos”? ¿Cómo y con qué visión se podrían crear condiciones similares a las que se les han ofrecido fuera? Un panorama laboral pujante, un entorno sostenible, facilidades para la conciliación… Y no por último, un enfoque pragmático en la cuestión lingüística. ¿Es la oficialidá esencial para que Asturias resulte atractiva, por un lado, de cara a retener y hacer regresar talento, y por otro, de cara a atraer a titulados y emprendedores de fuera? ¿Facilitaría la comunicación o más bien constituiría una nueva traba?

El repaso de testimonios podría cerrarse con el de Baudilio Alonso Rodríguez: “… viajar me ha enriquecido. Vengo de una familia de emigración, como tantos otros en Asturias.” Acaba alegando Baudi: “Aquí en Asturias aún se premia el conservadurismo, el inmovilismo, pero no sólo político, mira Hunosa, Ensidesa… Es un estado mental, una mentalidad de no cambiar. Pero al final lo que importa es dejar volar tus ideas y ver lo que sale. Yo defiendo la emigración, pero no como una revolución. La emigración, moverse, es la que te trae nuevas ideas, la que genera el cambio, un nuevo espíritu, es lo que te lleva a luchar y moverse. Es la realidad de la humanidad, lo que te permite mirar las cosas con otros ojos.”

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