La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Lucía Rodríguez Olay

Ser o no ser parte de la solución

La educación como motor para evitar y resolver conflictos

Es cierto que la famosa frase de Hamlet da para mucho, pero estos días, viendo los carteles que ponían “Eres parte de la solución” como el lema escogido para enmarcar los actos del Día Internacional contra la Violencia de Género, pensaba, realmente, que ahí está la cuestión: en si somos o no, parte de esa solución.

Que la Violencia de Género es real, que existe, que por desgracia tiene nombres y apellidos, creo que es indiscutible; supongo que el problema radica, entre otras cosas, en encontrar el modo de atajar esa lacra que nos ancla como sociedad.

Siempre creo que la educación está en la base de la solución de la mayor parte de los problemas o los conflictos. Si se abordasen de forma rigurosa ciertas cuestiones, como esta, en nuestro sistema educativo, estoy convencida de que muchas cosas mejorarían considerablemente. Para ello, hay que educar a los niños y niñas o jóvenes, pero también a su profesorado, partiendo de su formación inicial y siguiendo con su formación continua.

Aún me sigue sorprendiendo cuando trato este tema en las aulas y me encuentro con futuros docentes que siguen siendo reticentes a la hora de incorporar la perspectiva de género porque considera que “aquí no es necesario, no estamos como en otros países”. Mi respuesta es siempre la misma: efectivamente, no estamos como en otros países, entre otras cosas, porque se lleva luchando desde décadas para que eso no ocurra, pero aún queda mucho camino por recorrer y aún quedan demasiadas cuestiones que es urgente, necesario e importante tratar si queremos, de verdad, construir una sociedad mejor en la que nos sintamos libres e iguales.

Estar con gente joven, para mí, es un lujo; te rejuvenece, te hace sentir la vida, te enseña. Siempre defiendo a la juventud porque creo que, en muchas ocasiones, se les etiqueta injustamente y se les hace cargar con culpas que son fruto de lo que hemos ido construyendo quienes vamos por delante. El aumento de la Violencia de Género entre la población más joven creo que es un claro ejemplo de esto. Es cierto que las nuevas tecnologías, las redes sociales y toda esa nueva manera de comunicarse y de relacionarse está influyendo y está generando nuevas formas de violencia, tal vez más sutil, pero tremendamente peligrosa; detrás de todo eso, hay toda una cultura heredada que quita importancia a lo que sí la tiene, que mantiene brechas y estereotipos y hace discursos de que son casos aislados.

Hay que educar, no queda otra. Hay que explicar cómo usar bien esos recursos tecnológicos porque son tremendamente útiles si sabemos cómo emplearlos; hay que abordar el tema del consumo de una pornografía a la que cada vez tienen acceso más jóvenes y que es vejatoria y cosifica a las mujeres hasta límites insospechados; hay que explicar qué significar querer a alguien (de verdad, no con los estereotipos que nos venden) y hay que, intentar, sobre todo, que ninguna persona sienta miedo porque, al final, eso nos paraliza, individualmente, pero también como sociedad.

Así que volvemos al punto de partida. De cada cual depende escoger si es parte de la solución o no. Hoy, mis palabras, están escritas para todas esas personas que, en su trabajo y en su vida diaria demuestran que sí lo son y, sobre todo, van dedicadas a quienes no podrán leer estas líneas porque, como sociedad, no llegamos a tiempo.

Compartir el artículo

stats