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Vicente Montes

La semana política

Vicente Montes

El espíritu del “yolandismo”

El “frente amplio” que se gesta en torno a la ministra Yolanda Díaz aún está inmerso en incógnitas, pero ya inflama a Podemos e IU en Asturias

Las opciones electorales de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, son aún un misterio. Su “frente amplio” llamado a reunir el disperso espectro progresista a la izquierda del PSOE parece generar un efecto multiplicador que incluso preocupa a los socialistas. Inicialmente, los de Pedro Sánchez veían con buenos ojos la candidatura de Yolanda Díaz, dispuesta a liderar la tropa de Podemos a la que había dejado huérfanos Pablo Iglesias. Varias eran las razones. Primera, que Díaz representaba una posición proclive al pacto de gobierno y capaz de entender con más claridad que Iglesias que el principal objetivo debe ser, a la mínima oportunidad, instalarse en el poder en vez de refugiarse en la cómoda oposición. Segunda, que recoger esa dispersión a la izquierda del PSOE podría evitar que se fugasen demasiados votos estériles en el reparto de escaños en un clima de ascenso electoral del Partido Popular.

Pero ahora esa inicial simpatía empieza a convertirse en recelo con una pizca de preocupación. Sin haber concretado nada de sus planes, Yolanda Díaz comienza a coger vuelo y el “yolandismo”, sin materialidad corpórea, se extiende como un espíritu etéreo.

Del proyecto se intuye la idea de conformar un grupo heterogéneo y variopinto, que incluya partidos de izquierdas, sindicatos y colectivos de carácter progresista. Con motivo de la última visita de la ministra de Trabajo a Asturias se alentaron algunas reuniones discretas en las que se trataron incluso de buscar conexiones con sectores de Ciudadanos más a la izquierda. Los dos aspirantes en las primarias de Podemos, Daniel Ripa y Sofía Castañón, parecían competir esta semana, en la asamblea de los Comunes en Barcelona, por ver quién conseguía la instantánea más próxima a la ministra. Díaz se convierte en una esperanza indubitada para la izquierda del PSOE, aunque quedará por ver cómo se digiere ese entusiasmo cuando llegue la hora de concretar el proyecto y sus candidaturas.

En ese marco encaja la convención que Izquierda Unida de Asturias ha celebrado este fin de semana: respira puro “yolandismo” sin Yolanda (no fructificaron los intentos de que estuviese presente). La participación de Gaspar Llamazares (que abandonó IU tras las severas discrepancias con Alberto Garzón) viene a dibujar una vía para que el veterano político regrese a las siglas, de las que nunca se ha alejado. La fuerza de esa llamada a “ensanchar horizontes” que proclama Ovidio Zapico busca no solo sumar a los sindicatos sino en especial convocar a la alianza con un Podemos, por encima de las reticencias que ambas organizaciones en Asturias han mostrado a coaligarse salvo cuando la exigencia de hacerlo venía impuesta desde Madrid.

La constitución de ese frente bajo la figura de Yolanda Díaz tensará las relaciones entre el PSOE y el resto de partidos de izquierdas, que buscarán distinguirse a las claras de los socialistas (algunas expresiones se han visto estos últimos días). Y, de concretarse esa nueva marca electoral, el PSOE deberá evitar una fuga de sus propios votantes hacia una formación que parte de la base de que terminará por constituir gobierno con los socialistas, por lo que podría ser una alternativa para encauzar descontentos sin riesgo de alimentar a la derecha. Pero precisamente la tendencia demoscópica favorable del PP (con la excepción del tropiezo que a los populares les ha supuesto su batalla interna entre Casado y Ayuso) sumada al entusiasmo que pueda suscitar el “frente amplio” de Yolanda Díaz pueden restar escaños a los socialistas. Algunas voces (Iván Redondo, el exasesor de Pedro Sánchez) han apuntado la opción de que el PSOE apure un adelanto electoral para hacer coincidir unas generales con las previstas elecciones andaluzas, como fórmula para conjurar el avance de los populares, impregnar de clave nacional todo el proceso y evitar que se consolide el proyecto de la ministra, pero no parece que la Moncloa sea muy proclive a ello.

En plena negociación del Presupuesto autonómico, el gobierno regional de Adrián Barbón podrá medir el termómetro a la pasión “yolandista” de Podemos e Izquierda Unida, partidos que deberán encontrar un fino equilibrio entre su posición crítica y la responsabilidad. Los próximos días serán determinantes para que el Ejecutivo autonómico despeje las dudas que hoy ensombrecen las opciones de éxito en la negociación presupuestaria y han dejado aparcado cualquier debate sobre la reforma estatutaria.

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