Curioso, que el feminismo español, dentro de la revisitación de la cultura en clave de género, no haya emprendido a fondo la de Gala Dalí, pues algunos buenos apuntes en esa dirección, como una exposición en 2018, un documental de Silvia Munt y una biografía (Mónica Zgustová, “La intrusa”, Galaxia Gutenberg) no se han consolidado como tendencia. Tal vez el supuesto papel de “musa” de Dalí que le fue asignado en vida, o la errática deriva política del genio de Figueres (y de ella, sin duda) bloqueen todavía la dimensión enorme de su personalidad, que incluye la capacidad de dirigir, dotar de “coherencia” o “sentido” y servir de referencia inspiradora a uno de los mayores creadores del siglo XX. Gala cabalga al profeta Dalí y lo conduce, desde luego, pero su propio modo y modelo de vida, que defiende en un medio hostil contra viento y marea, hace también de ella una profetisa.