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Antonio Trevín

Epígrafe

Antonio Trevín

Se hizo justicia; faltan disculpas

Llanes no es Sicilia, ni el crimen de Ardines fue político

Se hizo justicia. El jurado, por unanimidad, determinó que Nieva, Muguruza, Benatia y Kelli, asesinaron a Javier Ardines. Fue un encargo “movido por el odio y el rencor”. No fue un crimen político.

Ha pasado una semana y el Alcalde de Llanes sigue sin disculparse. Faltan grandeza y vergüenza.

Fue rápido al sembrar sospechas. Con el concejal todavía de cuerpo presente inició, con algunos correligionarios, mezquinas maniobras para que fuera calando, en la opinión pública, la sensación de que su asesinato se debía a motivos políticos.

Lo explicitaron en un libelo titulado “Matar a un concejal”. En él, de forma miserable, indicaban que alguien “se lo llevó por delante” porque se había enfrentado a intereses creados, impulsado cambios en el personal municipal, reordenado chiringuitos playeros o promovido cambios urbanísticos. Admitiendo, por último, la posibilidad de que hubiera sido por alguna desconocida razón personal. Pero la sospecha “política” ya estaba extendida.

Para general información colocaron dicho panfleto en la fachada del Ayuntamiento. Mientras tanto la Guardia Civil, demostrando una vez más su eficacia, había enfocado correctamente la investigación. En torno al verdadero motivo, el sentimental, y los ya mencionados condenados.

Pero el Alcalde Riestra no estaba dispuesto a que la realidad le estropeara la difamación que habían urdido. Se erigió en principal protagonista del programa que La Sexta Equipo de Investigación dedicó al crimen. Para continuar con la matraca del libelo aludido. Punto por punto. Comparó la época socialista, anterior a él, con la “Sicilia de los noventa”, abonando aquello de los intereses creados. Dedicó duras palabras y acusaciones sin cuento a todo el personal municipal que discrepaba de sus criterios, aunque fuera por razones de legalidad. Y “orientaron convenientemente” las cámaras de la Sexta para apostarlas frente a casas de determinados dueños de chiringuitos, tomar planos de domicilios de empresarios relacionados con la construcción o perseguir a los trabajadores municipales más críticos con la alcaldía. Denigraron al disidente, lo señalaron personalmente y promovieron su linchamiento. Matonismo, torticero e inmoral, para eliminar adversarios.

Pero el tiempo suele poner a cada uno en su sitio. No es fácil engañar a los llaniscos. Poco después del execrable crimen hubo elecciones municipales. El cuatripartito que sostiene al alcalde perdió un concejal, que ganaron los socialistas. Y hoy, tres años después de sus falsas teorías conspiranoides, gobierna el concejo apoyándose en dos partidos y tres tránsfugas. El pacto que sostiene tal engendro es secreto. Se haya oculto en la notaría de Posada de Llanes y reiteradamente se han negado a mostrarlo. Ni los partidos de alguno de los firmantes, como IU, lo conocen.

El día que sepamos que esconde se hará realidad la frase de Orwell: “La publicidad es el repiqueteo de un palo dentro de un cubo de basura”.

Mientras tanto, mucha gente en Llanes sigue esperando una disculpa. El concejo, orgulloso de su historia antigua y reciente, no es Sicilia. Ni el crimen de Ardines fue político.

¿A qué espera Riestra para disculparse?

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