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Carmen Osorio

¿Cuándo nos plantaremos los padres y madres?

Del estricto protocolo que se aplica a niños y colegios y ciertas incoherencias en las medidas sanitarias adoptadas

La que aquí escribe es una ciudadana y madre que ha intentado, como casi toda la sociedad, vivir esta pandemia como lo que es, una situación inesperada que ha requerido muchos esfuerzos. Pero, como sucede siempre, las cosas tienen un límite. Hemos aceptado que se recorten nuestras libertades en pos de la salud y nos hemos vacunado, pero algunos ya no toleramos los abusos.

Tengo cuatro hijos, tres de ellos mayores de seis años, que llevan desde septiembre de 2020 usando mascarilla ocho horas diarias en el colegio. Mientras en septiembre y octubre de este 2021 se iban eliminando restricciones en todos los ámbitos, a las escuelas –es decir, a la infancia– no se les dio un respiro. Ya durante la fase más dura del confinamiento, en marzo de 2020, en este país se entendió que los perros sí podían pasear y hacer sus necesidades al aire libre, lo cual me parece estupendo, pero a los niños se les negaron todos sus derechos. Tuvieron que estar encerrados durante semanas sin tener en cuenta su naturaleza y sus necesidades.

El tiempo sigue pasando y la situación para los menores no cambia. Cuando las cosas van mal, porque van mal. Cuando mejoran, dicen que para ellos tienen que seguir igual. Muchos nos hemos hartado. Los adultos podemos entrar en teatros, restaurantes, ir a conciertos… Pero no podemos acceder a los colegios. Los adultos podemos participar en carreras respirando con normalidad, pero muchos niños continúan jugando partidos o haciendo educación física con mascarilla. Una salvajada. Y ya la última situación, con la que literalmente me explota la cabeza y es cosa de nuestra Consejería de Salud. Este año, el protocolo cuando hay un positivo en un aula es confinar a todos los alumnos durante diez días y hacerles dos PCR. Nada más y nada menos que dos. ¡Cualquiera diría que les van a dar un premio a las comunidades que más pruebas hagan! Esa prueba por la que acaba de pasar mi hija de 2 años llorando es muy violenta para los niños pequeños.

Una prueba infame que prácticamente han tenido que hacerse ya todos los niños de este país; algunos hasta han perdido la cuenta de cuántas veces porque claro... Entra hoy en un centro de salud con un niño con fiebre, tos, diarrea o con un orzuelo. Palito por la nariz.

Muchos padres estamos ya cansados porque esto roza el maltrato. O empezamos a exigir y a no mirar para otro lado, o nuestros hijos tendrán que seguir tragando. Ellos no tienen medios ni voz para pararlo. ¿Cuándo nos plantaremos los padres y las madres? Hagamos valer sus derechos y digamos no a determinadas situaciones. Dejemos de normalizarlo todo con el pretexto de que estamos en pandemia.

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