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Xuan Xosé Sánchez Vicente

Los expropiadores

A cuenta del debate sobre el uso de inmuebles

La Unión de Comerciantes ha planteado en Xixón que se prohíba convertir los bajos en trasteros, garajes o pisos turísticos porque ello “mata la vida de las calles completamente el pasar a tener una pared ciega con una puerta de hierro en vez de un escaparate con la luz encendida”. El Ayuntamiento, y ciertos partidos y sindicatos, parece proclive a la idea, ya que “esa conversión en trasteros, garajes o pisos turísticos genera una imagen que no es la deseable y no es el modelo de ciudad que queremos”.

Recapitulemos. Durante añísimos se ha prohibido que se construyesen viviendas en los bajos, como si toda la ciudad fuese un inmenso zoco con comercios innúmeros y un tropel de ciudadanos comprando en esos comercios. Si ello nunca ha sido posible, las últimas décadas han supuesto el cierre de cientos de establecimientos por razones varias: impuestos, dificultades de aparcamiento, competencia de supermercados y grandes superficies, ventas por internet, cambios en las formas de consumir. Ello ha hecho que progresivamente innumerables bajos comerciales hayan ido quedando sin otra ocupación que servir de soporte a las pintadas.

En esa situación es lógico que los propietarios de esos locales traten de buscar rentabilidad para ellos, dándoles nuevos usos. No es sorprendente que sindicatos y partidos de izquierdas ignoren o nieguen ese derecho, lo sorprendente es que los comerciantes, gente que no debería ignorar lo que es la propiedad y los derechos del capital a obtener rentabilidad del mismo, lo vean de la misma forma y propongan, de hecho, su expropiación en función de su propio interés, de que la calle donde ellos tienen su negocio esté más brillante.

Al margen de que estéticamente no sé qué es más deseable si una calle con locales cerrados y escaparates que son soporte de pintadas y carteles gritando la decadencia del comercio, o una calle con menos huecos heridos por un fracaso visible.

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