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María Calvo

La empresa asturiana, ante la reforma laboral

El reciente acuerdo sobre las reglas del mercado de trabajo y el papel de la patronal en el diálogo

La presidenta de la FADE, María Calvo, expuso ayer la posición de la patronal asturiana ante la nueva reforma laboral en la intervención que se reproduce bajo estas líneas, realizada durante un evento con laboralistas de Garrigues que fue seguido por más de 300 empresarios

Más de 300 personas estamos conectadas a esta jornada telemática que ahora comienza y que dedicamos a la reforma laboral y sus implicaciones para las empresas. Una prueba del enorme interés que suscita esta nueva normativa, expectativa que esperamos no defraudar. Para ello contamos con unos excelentes ponentes, a los que con mis palabras no quiero robar más tiempo del necesario.

Solo un momento para compartir con vosotros una breve reflexión sobre el texto de la reforma laboral: no es, desde luego, la reforma que las empresas habrían propuesto. Pero no se puede ocultar que el reto de abordar una reforma laboral en el entorno en el que se gestó no era nada fácil. Al contrario, la negociación ha sido extremadamente difícil y creo que el resultado ha sido el menos malo de los posibles, en un contexto, además, muy complicado para las empresas.

Como aspecto positivo yo destacaría un valor que creo no se ha ponderado lo suficiente: el consenso. El acuerdo entre organizaciones sindicales y empresariales sirve para dar estabilidad y confianza, tanto interna como de cara al exterior. También nos permite augurar que, si supera de forma exitosa su tramitación parlamentaria, evitaremos una sucesiva serie de parches legislativos que tanto daño ocasionan a las empresas y tan frecuentes han sido en nuestra historia reciente.

Creo que este acuerdo demuestra la responsabilidad de los empresarios. Hemos sabido ceder algo para salvar mucho más. La alternativa al pacto podría haber sido enormemente perjudicial para las empresas y para la economía española. Si no hubiéramos podido influir en la redacción final de aspectos como la temporalidad o la subcontratación, el daño hubiera sido irreparable.

Esperamos que, por el bien de la economía española, en la tramitación parlamentaria de la reforma se responda a lo pactado en el diálogo social

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No es, insisto, la reforma que hubieran deseado las empresas. Pero, viendo las propuestas iniciales, tampoco ha sido la redacción final deseada ni por el Gobierno ni por las organizaciones sindicales. Ahora esperamos que, por el bien de la economía española, en la tramitación parlamentaria se responda a lo pactado en el diálogo social.

Confío también que la nueva regulación no elimine lo bueno que tenía la normativa hasta ahora vigente, y pueda resolver alguno de sus problemas. No puedo resistirme a señalar que, pese a todos los defectos que tenga la regulación de 2012, ha servido para recuperar el empleo perdido en la crisis de 2008, y para no causar una sangría laboral en la crisis covid. Algo inusitado en la historia de nuestra normativa laboral, incapaz de soportar una sola crisis sin un fracaso en términos de empleo.

Por último, quiero recordar que la legislación laboral delega en empresarios y trabajadores una importantísima función en el marco de la negociación colectiva. Un deber que redobla su importancia en tiempos de crisis e incertidumbre, y que exige una especial responsabilidad a sus representantes para poder superarlos. Desde luego, no es el momento para intentar victorias coyunturales, sino para lograr acuerdos en beneficio mutuo a medio y largo plazo.

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