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Ángel Machado Cabezas

Crecimiento de las desigualdades económicas

La distribución de la riqueza en el siglo XXI

Desigualdad.

El pasado mes de diciembre se publicó el “Informe sobre la desigualdad global 2022” que elabora cada cuatro años el Laboratorio de Desigualdad Mundial. El informe afirma que “las desigualdades de ingresos y riqueza han ido en aumento en casi todas partes desde la década de 1980, tras una serie de programas de desregulación y liberalización que adoptaron diferentes formas en diferentes países”. Este aumento no ha sido uniforme: algunos países han experimentado incrementos espectaculares de la desigualdad (como EE UU, Rusia e India) mientras que otros (países europeos y China) han experimentado aumentos relativamente menores. Estas diferencias, confirman que la desigualdad no es inevitable sino que es una elección política.

A nivel global el 10% más rico de la población recibe el 52% de los ingresos mundiales, mientras que el 50% más pobre recibe el 8,5%, es decir, el grupo más rico gana unas 30 veces más que el pobre, diferencia que sería mucho mayor si tomásemos el 10% más pobre en lugar del 50%. Por otro lado, a nivel mundial el 50% más pobre posee solo el 2% de la riqueza privada mientras que el 10% más rico posee el 76%, es decir, 190 veces más. En España el 10% más rico gana 8,17 veces más que el 50% más pobre. El estudio de enero de 2022 de la Fundación La Caixa titulado “Radiografía de medio siglo de desigualdad en España” afirma que “uno de los problemas sociales y económicos más importantes de España es el alto nivel de desigualdad en la distribución de ingresos, sensiblemente mayor que en la mayoría de los países europeos”. Las rentas bajas en España se deben en gran medida a la falta de empleo (paro elevado) y a la baja calidad de muchos empleos.

Centrándonos en los multimillonarios mundiales, el 1% de renta superior se llevó el 38% de toda la riqueza adicional acumulada desde mediados de la década de 1990, mientras que el 50% inferior capturó solo el 2%.

El mapa mundial de desigualdades revela que los niveles de ingresos medios nacionales son malos indicadores de la desigualdad dado que entre los países de ingresos altos, algunos son muy desiguales (como Estados Unidos), mientras que otros son relativamente iguales (como Suecia).

Durante las dos últimas décadas, las desigualdades globales entre países han disminuido principalmente gracias a China e India. Al mismo tiempo, las desigualdades aumentaron significativamente dentro de los países, siendo Europa la región de menores desigualdades. “Las desigualdades globales parecen ser tan grandes hoy como lo fueron en el pico del imperialismo occidental a principios del siglo XX”.

Durante los últimos 40 años, los países en conjunto se han vuelto significativamente más ricos, pero sus sectores públicos se ha hecho significativamente más pobres. La participación de la riqueza en manos del sector público es cercana a cero o incluso negativa en los países ricos (sus deudas son mayores que la suma de sus bienes), “lo que significa que la totalidad de la riqueza está en manos privadas”.

Las desigualdades de género siguen siendo considerables a nivel mundial y la mejora dentro de los países es demasiado lenta. En general, la participación de las mujeres en los ingresos laborales totales se acercó al 30% del total en 1990 y se sitúa en menos del 35% en la actualidad (solo en China esta participación en lugar de crecer ha caído (empeorado) en el periodo considerado).

Las desigualdades mundiales de ingresos y riqueza están estrechamente relacionadas con las desigualdades ecológicas y las desigualdades en las contribuciones al cambio climático. El 10% superior de renta es responsable de cerca del 50% de todas las emisiones de dióxido de carbono equivalente (CO2) , mientras que el 50% inferior produce el 12% del total. El 50% más pobre de la población emite alrededor de cinco toneladas al año por persona en Europa, tres en Asia y 10 en América del Norte. En cambio las emisiones del 10% superior son de 29 toneladas en Europa, 39 en Asia Oriental y 73 en América del Norte.

Se ha observado que las políticas climáticas, como los impuestos al carbono, a menudo han impactado de manera desproporcionada en los grupos de ingresos bajos y medianos sin modificar los hábitos de consumo de los grupos más ricos, es decir, han sido inadecuadas.

Las crecientes diferencias de renta y riqueza junto con el cambio climático son probablemente los dos problemas sociales más graves del mundo actual. Abordar los desafíos del siglo XXI no es factible sin una redistribución significativa de las desigualdades de ingresos y de riqueza. No atajar las grandes diferencias económicas probablemente nos conduzca a un conflicto social y a un caos político.

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