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Tino Pertierra

Solo será un minuto

Tino Pertierra

Crítica de la razón pura

Pedro: “Siempre tengo un problema cuando me preguntan qué quiero para Reyes o para mi cumpleaños: las cosas que más me gustan se venden pero no se compran. Ya sabes, la lealtad, el compromiso, la honestidad, el sosiego, la conciencia tranquila, la gratitud... No hace falta seguir para que me comprendas, ¿verdad? Y el respeto. Eso sí que me hace ilusión. El mundo sería maravilloso si se rigiera por el respeto. Lo tengo, incluso, por las trampas ajenas. Fíjate en Luis, por ejemplo, que tiene la costumbre de echar azúcar al champán para que no sepa tan amargo. Si le gusta así, ¿quién soy yo para juzgarlo? O María, mi querida María, que siempre es la primera en entrar en la peluquería porque su lema es: a quien madruga, Dior la ayuda. Creo que hay personas que son marco y personas que son puerta, y quiero pensar que yo soy lo segundo. Me abren o me cierran, pero sirvo para algo. Para alguien. Y respeto a quien no quiera cruzarme. Regalo paciencia y comprensión porque viví muchos años perdiendo la primera y escatimando la segunda. Seguía a rajatabla el consejo de mi padre: ‘Antes de provocar a alguien, asegúrate de que es más débil que tú’. Y evitaba a los fuertes y me ensañaba con los débiles. Claro: alguna que otra vez me equivocaba y mordía el polvo. Me lo merecía. Pasó lo que tenía que pasar: mi mayor éxito fue como coleccionista de fracasos. Podría escribir una novela que se titulara ‘Pequeños desastres sin importancia’. Bueno, una novela no, que es muy larga. Un relato, y no muy extenso. Eso sí: aprendí mucho por el camino. Las zancadillas que intentan derribarte te enseñan a saltar. Así que estoy agradecido a quienes las pusieron, y trato de entender por qué lo hicieron. Las razones ajenas que no entendemos nos ayudan y obligan a purificar las nuestras. Trátalas bien”.

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