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Carmen Pérez Novo

La felicidad de una madre

La mejora de la calidad de vida de las mujeres gestantes

Una de las experiencias más significativas y gratificantes de todas las mujeres, es la maternidad. Y uno de los mayores deseos, durante el período gestacional, es el de llegar a ver y tocar a su hijo. De hecho, casi todas las gestantes, a partir del octavo mes, comienzan a tomar plena conciencia de que, tan solo deben transcurrir unas semanas, para que tenga lugar el feliz desenlace que les va a permitir abrazar y besar por primera vez a su pequeño. Y así es. El parto se aproxima; el delicado equilibrio de sus hormonas cambia y, maravillosamente, se prepara para el esperado acontecimiento.

Pero es precisamente en este período cuando más se acusa el cansancio que provoca vivir dos seres en el mismo cuerpo; por eso, son muchas las mujeres que presentan molestias que, aunque no revisten especial importancia, sí pueden alterar, de manera significativa e importante, su calidad de vida y ocasionarles un montón de preocupaciones innecesarias: dificultad para encontrar una postura en la cama, cuando se disponen a dormir, debido al sobrepeso; sensación de ahogo, ya que la caja torácica dispone de bastante menos espacio para ensancharse; agudización del estreñimiento, pues el intestino es comprimido por el mayor volumen uterino, y pesadez y edema de las extremidades inferiores, porque la circulación venosa disminuye al estar ligeramente oprimidas las venas ilíacas.

Ahora bien, deben tener muy presente todas las mujeres embarazadas que deseen mejorar su calidad de vida, que las soluciones para estos pequeños contratiempos son fáciles y sencillas y consisten, tan solo, en hacer un especial hincapié en determinadas normas de higiene, ya recomendadas durante el período gestacional: extremar los cuidados que tienen relación con la alimentación, que debe ser ligera, variada y equilibrada, no exagerar las actividades cotidianas, practicar una buena gimnasia respiratoria, realizar ejercicio físico equilibrado evitando esfuerzos excesivos, beber, al menos, un litro y medio de agua entre las comidas, mantener, o incluso aumentar, el aporte de fibra para facilitar los movimientos intestinales, mover mucho las piernas y descansar con ellas elevadas, con el fin de facilitar la circulación, todo ello complementado con un suave masaje, partiendo del tobillo y subiendo hacia la rodilla.

La verdad es que son, en definitiva, pequeños trucos que les van a permitir encontrarse en óptimas condiciones, hasta ese esperado mágico momento que es el de tener, por fin, a su bebé entre sus brazos.

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