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Tambores no tan lejanos

Tambores de guerra no siempre acaban en guerra, pero no es alarmismo alarmarse cuando suenan. Es una guerra rara, sin “formato” de tamaño, alcance e intensidad. No es que las guerras se ajusten luego al previsto por los contendientes (al revés), pero estos suelen suponer de qué tipo de guerra va la cosa. Por ejemplo, es inconcebible entre potencias atómicas una guerra total aniquiladora para todos. Sería, pues, “convencional” y limitada, pero ¿hasta dónde? Cabría pensar que no muy lejos, pues un suministrador de gas no hará gran daño a quien se lo compra. ¿Solo hasta la ocupación de la Ucrania rusófila, donde hoy ya hay guerra? Podría ser, pero ya se sabe qué pasó con los Sudetes (hay filme en Netflix al respecto) y cómo acabó. Además, está claro que Putin quiere negociar también las nuevas fronteras de la OTAN. Esa falta de formato es el mayor peligro. ¿También el mayor freno?

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