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Jonathan Mallada Álvarez

Crítica / Música

Jonathan Mallada Álvarez

Un viaje a través del lied

Los excelentes resultados del recital de Goerne y Hinterhäuser en las Jornadas de Piano

El “Viaje de invierno” (Winterreise), de Franz Schubert, es un ciclo de veinticuatro lieder donde el austriaco vierte toda su evolución y técnica compositiva, resultando una de las obras más representativas de la música camerística de todo el siglo XIX. Inicialmente escrita para tenor y piano, ha sido adaptada para voces más graves, como la de Matthias Goerne, uno de los intérpretes de referencia en este repertorio, como así lo atestiguan sus innumerables grabaciones en el mundo del lied. Todo un lujo para Oviedo contar con figuras de esta envergadura y codearse a nivel musical con ciudades tan importantes a nivel musical como Madrid (próximo destino de estos dos artistas) o Barcelona.

El barítono ofreció una clase magistral de canto sobre las tablas del auditorio Príncipe Felipe, recreando a la perfección los estados de ánimo fríos y pesarosos que encierran la música de Schubert y los poemas de Wilhelm Müller. Su timbre, cada vez más oscurecido, le confiere a su voz unos armónicos mucho más perceptibles que enriquecen considerablemente la interpretación. Además, evidenció (ya desde el primer número, “Gute Nacht”) un manejo excepcional de la línea melódica y una proyección plena e incontestable.

El alemán optó por introducir pequeños falsetes, perfectamente controlados, en los agudos, y manejar el incómodo “paso” del registro medio-agudo con una ligereza y una voz colocada que, a pesar de perder algo de intensidad, en ningún momento se vio afectada en color ni afinación. Pero donde el barítono se movió como pez en el agua fue en los pasajes más graves, dando rienda suelta a su voz, profunda y operística, muy dramática, pero fluida y nada pesante.

El número cinco, “Der Lindenbaum”, destacó por el melodioso lirismo desplegado por el barítono, con unos finales de frase especialmente dulces y aseados. Su poderoso fiato le permite desplegar una articulación ideal y ganar el volumen necesario en unos crescendos imponentes incluso en los pasajes más staccatos (como en “Rückblick”). La segunda mitad del ciclo, especialmente sombría, dejó momentos de honda expresividad gracias a la dicción del alemán y a sus matices interpretativos, conjugando momentos más enérgicos y temperamentales con unos pianísimos delicados y bien impostados.

Markus Hinterhäuser, veterano pianista y asiduo colaborador del barítono, fue el mejor complemento para redondear todavía más la velada musical. Siempre bien ensamblados, en volumen y carácter, supo respirar con Goerne y caer junto a él en los acordes, luciendo una emisión muy cuidada y una pulsación cristalina, fundiéndose en cada melodía y representando con credibilidad las inflexiones emocionales de la poesía.

En definitiva, un recital de primer nivel, con dos de los máximos exponentes en la interpretación de este repertorio, y un programa complejo pero muy atractivo que no dejó indiferentes a los melómanos ovetenses.

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