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Vidal Gago Pérez

¿Existe la Región Leonesa?

En contestación a Julio Llamazares

“Ya que gobernamos mal, al menos gobernemos barato”

Práxedes Mateo Sagasta

El día de San Blas se publicó en este periódico un artículo del célebre escritor Julio Llamazares en el que bajo el título “¿Existe Castilla y León?” hacía un repaso crítico a los orígenes y el desarrollo histórico de esta comunidad autónoma. Nada nuevo puesto que durante muchos años ha venido defendiendo la segregación de las tres provincias occidentales del resto. Aunque coincidimos en la apreciación de que en la actualidad este territorio se ha convertido en un campo de batalla político sobre cuestiones que poco tienen que ver con lo que preocupa realmente a sus moradores no puedo sino discrepar de sus argumentos en lo que se refiere para justificar la secesión leonesa.

La razón esgrimida por los leonesistas para ello tiene como argumento principal el de las raíces históricas pero siguiendo el argumento del novelista cabría igualmente preguntarnos si realmente existe una región leonesa y, de ser así, cuáles son sus límites geográficos concretos. Suelen referirse a la clasificación devenida de la última reorganización provincial, realizada por Javier de Burgos en 1833 en la que así se definía al conjunto de las de León, Zamora y Salamanca, que no tuvo nunca ningún órgano que las agrupara ni competencia administrativa alguna. Pero, por qué pararnos ahí. Durante siglos existió la provincia de Toro que abarcaba buena parte de la actual de Palencia y del sur de la de Cantabria. La de Salamanca comprendía lo que es Extremadura pero a cambio a la de Valladolid (aquí miento a la bicha) pertenecían las zamoranas tierras de Benavente y Sanabria. Aunque de existencia más efímera también habríamos de contar con la del Bierzo, entonces separada de la de León, que englobaba municipios de las limítrofes de Lugo y Orense y así un cuento de nunca acabar.

Llamazares cita que “el propio Estatuto (de Castilla y León) reconoce su birregionalidad”, aseveración que no se ajusta a lo cierto puesto que aunque lo hace de las antiguas coronas o reinos en ningún epígrafe habla de regiones salvo cuando se refiere en abstracto a las europeas. Ya que nos retrotraemos tanto diré que, como zamorano que soy, me gusta recordar a mis amigos leoneses que las primeras cortes europeas de las que justamente presumen fueron convocadas por Alfonso IX, nacido precisamente en Zamora, y que a apenas cinco leguas de allí, en Valparaíso, lo hizo su hijo Fernando III que definitivamente reunificó los reinos en 1230. Visto lo devenido después podría parecer que esto último fue el motivo de su canonización.

Señala el eximio escritor que “…tampoco físicamente la autonomía de Castilla y León tiene una existencia clara… que en su mayor parte es un gran desierto con unas cuantas ciudades pespunteándolo y cientos, miles de pueblos vacíos…”. Precisamente si hay algo tristemente homogéneo en todo el territorio es la escasa población con una densidad de apenas veinticinco habitantes por kilómetro cuadrado tanto en el conjunto de la comunidad como en la pretendida región leonesa, agrupados principalmente en las capitales de provincia o de comarca dejando grandes vacíos en un territorio más extenso que más de la mitad de los países de la Unión Europea.

Vistas ya historia y geografía aduce el motivo –legítimo– del sentimiento para la separación, claro que cuando en el artículo citado Don Julio nos dice que en León hay un ochenta por ciento de partidarios de ella no cabe sino pensar que se refiere a su provincia. En la mía creo que las gentes están más preocupadas por las cosas de comer y no veo que piensen que el hecho de desplazar a otra capital el lugar de la toma de las decisiones que les afectan vaya a mejorar sus vidas. En todo caso habrá que ver en qué queda el cantonalismo creciente en los comicios del domingo aunque en los últimos el partido que abandera la causa leonesista cosechó sólo uno de cada diez votos en la provincia leonesa y no llegó al uno por ciento en las otras dos.

Lo que es seguro es que de cuajar esa pretensión la vida pública regional iba a estar mucho más entretenida que ahora. Es la provincia leonesa la más dada a aportar sainetes a la arena política y a dar a sus protagonistas sobrenombres jocosos. Así en cierta ocasión con motivo de una moción de censura en la capital se escribía: “Pelines apoya a Gomina para echar a Raquetas”. Aquél era entonces secretario general del partido Unión del Pueblo Leonés pero después creó otro, el PAL-UL. También Tarsicio Carballo, promotor del Partido del Bierzo y descontento con él auspició al nuevo Partido Regionalista del Bierzo. En la sopa de letras también figura el PREPAL, se apuntó el GAL, cuyas siglas para su desgracia coincidieron en los ochenta con un grupo de otra índole y hasta una organización pretendidamente terrorista, Tierra Lleunesa, cuyos heroicos activistas trataron de quemar un parque de bomberos de la Junta y se reunieron con un periodista local encapuchados como los papones de la Semana Santa tras un periplo con medidas de seguridad dignas de un episodio del Superagente 86.

Comedias aparte lo que deberán hacer los rectores que determinen las urnas será afrontar los problemas reales que bien señala Llamazares: la despoblación, el envejecimiento, la desindustrialización,… y sin incurrir en más gastos administrativos como pedía Sagasta quizá imbuido de la sobriedad que se encontró en Zamora, su primer destino profesional como ingeniero de caminos. Habrán de aunar fuerzas internas y establecer alianzas con otras regiones limítrofes, incluso de otros países. El noroeste ibérico necesita de ello pues los desafíos son comunes. El propio escritor reflejó esa realidad en su magnífico libro de viaje a Trás-os-Montes hace un cuarto de siglo y nada ha mejorado sino bien al contrario. Los de la Lusitania Oriental, como se refería Carmen Ferreras a nuestra provincia, seguiremos releyendo los manifiestos de la Comuna Antinacionalista Zamorana escritos por Agustín García Calvo en su exilio en París con la sorna y la inteligencia que le caracterizaba. En estos tiempos toca el que tituló “Comunicado Urgente contra el Despilfarro”.

Lamentablemente buscar las diferencias en vez de los puntos de entendimiento es cada vez más habitual en España. A los partidarios de la escisión leonesa les dedicaría aquella viñeta que mostraba a una pareja en la cama en la que levantando la sábana y con gesto de decepción la mujer le decía a su compañero: “Pues yo pensaba que el hecho diferencial era otra cosa”.

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