Asturias lleva dos años ganando sociedades, justo los que coinciden con la pandemia. Aunque en números absolutos el volumen es modesto, merece la pena que este hecho no pase desapercibido porque rompe una tendencia negativa mantenida durante mucho tiempo en la que prevalecían las compañías que trasladaban su sede fuera respecto a las que, desde otra comunidad, decidían moverla aquí. LA NUEVA ESPAÑA desentraña hoy en una información de su sección de “Economía” las causas de este fenómeno, aunque de su consolidación conviene extraer una única conclusión relevante: La región, por sí misma, por su historia y condiciones naturales, es un lugar atractivo para trabajar e invertir. Y aún lo sería en mayor proporción si existiera una estrategia de complicidad con las empresas.

La Asturias del despliegue autonómico progresó mucho en igualdad territorial. Aunque la atención a las alas precisa de una actualización urgente, corregir las carencias en servicios e infraestructuras entre municipios, particularmente los desfavorecidos y alejados del centro, está asumido en la agenda presupuestaria desde que existe autogobierno. Fue trenzándose así, mal que bien, una red descentralizada de hospitales, una extensa malla de colegios y centros de salud o un mapa aceptable de comunicaciones al que le falta la guinda de la banda ancha. No ocurrió lo mismo en cuanto a las políticas para consolidar tejido productivo y ocupaciones. No solo escuelas, médicos, carreteras, paisaje, cultura, empatía y simpatía retienen a los pobladores. Los asturianos se establecen donde cuentan con medios para ganarse un sueldo.

El saldo entre las firmas que emigran y las que inmigran empieza a ser positivo para Asturias, aunque no tanto por una estrategia sistemática de captación como por pura serendipia a la que contribuye una tradición industrial arraigada, una mano de obra con buena formación, una calidad residencial, por múltiples factores, difícilmente igualable y las subvenciones. Los resultados podrían convertirse en espectaculares con acciones desde la transversalidad que aúnen esas fortalezas y las complementen con un tipo distinto de iniciativas de acompañamiento hacia los emprendedores. Aunque desde las tribunas se presuma de ello, no existen de verdad tales planes que ayuden a ensanchar mercados y tamaño, a arriesgar aumentando las contrataciones, a proporcionar el empujón en la andadura sin necesidad de perderse en una montaña de papeleo y una maraña de repetitivos trámites.

Por separado, cualquier interlocutor social reconoce el papel de la empresa como pilar determinante del progreso asturiano, pero curiosamente ese mismo planteamiento todavía no está plenamente asumido como parte del ideario colectivo, de la visión y misión compartida en busca de un objetivo común: empleo abundante, estabilidad y una renta per cápita elevada. El Principado pasó de la cultura de los conglomerados públicos a la de las trasfusiones estatales sin solución de continuidad. Ayudas y subsidios a voleo derivan en clientelismo. Ni todo pueden resolverlo las administraciones con la manguera del dinero, ni hay sociedad que prospere abandonando a su suerte a los empresarios.

El cataclismo sanitario arrastra otro detrás que tambalea la economía y también transforma las relaciones personales y laborales. Las videollamadas, las compras a distancia, el trabajo sin pisar la oficina y las reuniones telemáticas constituyen ahora el pan nuestro de cada jornada. Si a cualquier persona que hoy tiene integrados con total naturalidad los nuevos hábitos le dicen hace dos años que su cotidianeidad iba a cambiar en esta dirección, no lo habría creído o lo vería como asunto de ciencia ficción aún lejana.

Ni todo pueden resolverlo las administraciones con la manguera del dinero, ni hay sociedad que prospere abandonando a su suerte a los empresarios

La pandemia, tan destructiva en unos aspectos, genera así en paralelo necesidades inéditas en otros, como las digitales, que se convierten al instante en oportunidades. Y allí donde hay negocio, hay empresa. Sostienen los expertos que las que nacen en momentos de dificultad resisten más que las creadas durante las bonanzas. Para remar en mitad del huracán suelen asentarse de partida sobre cálculos prudentes, estructuras ligeras y previsiones realistas que a la postre les otorgan un plus de solidez. Estamos, pues, en un periodo estimulante para mimar y promover la actividad. Existen herramientas transitorias excepcionales para apuntalarla, aunque muchas no funcionen con la celeridad y el rigor adecuados.

Nadie, y menos tras la dura experiencia de la lucha contra el virus, cuestiona el estado del bienestar, un concepto ineludible en cualquier país desarrollado. Hay dos formas de sostenerlo, empobreciendo a los ciudadanos con subidas de impuestos o aumentando los contribuyentes entre los que repartir la carga. ¿Y cómo se amplía el número de cotizantes que tributen para reforzar y potenciar la sanidad, la educación y las pensiones? Únicamente existe una manera: creando riqueza. O sea, creyendo firmemente en las empresas.