Abróchense los cinturones, que el Gobierno asturiano ha decidido embarcarse en la carrera espacial. Los nuevos tiempos recomiendan a Barbón y a su equipo interestelar dar un paso como el de Neil Armstrong, aunque la pisada sea con chiruques. Asturias, de Hunosa a la Nasina. Del negro agujero del carbón al agujero negro. Del “tierra trágame”, al “New Space”. De la vía estrecha de Feve a la Vía Láctea. Del plan del oso a la Osa Mayor. Del subsuelo al infinito y más allá. De Fernández Villa a Buzz Lightyear. Todo muy de Disney y su mágico mundo de colores.
El Ejecutivo de Barbón se echa en brazos de ejecutivos agresivos para que le pongan el programa electoral en órbita y le vendan la luna de Valencia al módico precio de 600.000 euros. Después de aguardar décadas por la variante de Pajares, ¿quién va a creer que podremos lanzar un cohete desde Asturias sin tener que esperar años-luz? Salvo que a falta de incineradora pretendan exportar basura cósmica a otras galaxias desde Cogersa, no se entiende este afán de disfrazarse de astronauta con montera picona o traje de porruana. Señores, que ya estamos en cuaresma, que ya terminó el carnaval. Houston, en Asturias tenemos un problema. En plena sequía, salgamos al espacio a por una lluvia de meteoritos.
Así las cosas, ¿logrará poner el Principado en órbita un nanosatélite, al que habrá que bautizar con el apelativo de "Cachopo One"? ¿Alzará el vuelo el artilugio y saldrá escopetado desde la rampa de lanzamiento erigida en una galería del pozo Sotón? ¿O estallará en el aire porque le falte un tornillo al promotor de la idea peregrina de encargar la ingeniería del cohete a un tirador cangués de la Descarga?
No pequemos sin embargo de agoreros pesimistas y pensemos que tal vez dentro de unos años Zapato Veloz tenga que reformar la letra de su cantinela sideral y de igual forma que glosó a un gallego en la luna que ha venido del Ferrol deberá trovar la gesta del Gagarin asturiano, un minero prejubilado de Mieres que arará campos de Marte a lomos de un tractor amarillo.
