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José María Ruilópez

Por una bofetada

La realidad superó a la ficción en la fiesta de los “Oscar”

Muchas veces la noticia es caprichosa porque la puede provocar un tipo de ojos escurridizos que envía a miles de soldados a matar a los ciudadanos de otro país, o la ocasiona un actor que le da una bofetada a un colega en la entrega de unos premios de Hollywood en una especie de lance de honor. Habría que empezar diciendo, que para ser un actor, como es Will Smith, parece impropio agredir de ese modo a otro colega en una secuencia incierta de película casual, porque si fuera John Wayne o Lee Marvin, o alguno de los clásicos de las películas del oeste, que es como decir de los americanos, no darían una bofetada, sino un puñetazo, de modo que el contrario cayera patas arriba destrozando una mesa, rompiendo una barandilla y quedando tendido al lado de la escupidera del “saloon” sangrando por la comisura de los labios.

Pero de la realidad a la ficción hay un trecho, o no. Y Will Smith en un arrebato en el que se sospechan celos u ocultos trasiegos de parejas, golpea la cara de Chris Rock, conductor del evento, con la mano abierta, que es lo que se dice un bofetón o un tortazo o una galleta o un sopapo. Algo muy poco varonil y nada peliculero. Esta escena, nocturna para los europeos, dio lugar a cientos de comentarios, dejando de lado a la guerra de Ucrania, la pandemia universal y la variada crisis española.

Hubo alguna señora muy suya, que apuntaba como valerosa defensora de su integridad física ante la agresión de un tercero. Tal vez hubiera querido decir, y no se atrevió, a que si va por la calle con su pareja y un tironero intentaba arrancarle el bolso, ella se resiste, la tira al suelo y la patea, mientras su compañero, o lo que sea, se queda de brazos cruzados muerto de la risa viendo el espectáculo. Claro, que de estas opiniones precipitadas de un feminismo amorfo solo habría que extraer, que lo mismo que a una mujer, podría sucederle a un varón yendo por la calle con su pareja, que un carterista de los que ya creo que solo existen en las Ramblas de Barcelona, intentara quitarle la cartera con sus hábiles dedos al señor, y ella se quedara observando el hecho sin darle con el paraguas al delincuente.

Porque esa es otra. Hoy no te puedes defender. Las Fuerzas de Seguridad del Estado son las encargadas de sacarte del atolladero en un momento dado. Que para eso les pagamos. Lo malo es que cuando llegan ya se consumó el delito.

Claro que si estás en Hollywood nunca sabes dónde empieza la realidad o termina la ficción. Porque al final a Will Smith nadie lo castigó por ese hecho violento consecuencia de un arrebato, como suelen ser las reacciones de la gente en momentos concretos; más bien al contrario, lo premiaron con un “Oscar” de la Academia por su trabajo en “El método Williams”, no es que fuera una gratificación por la defensa de su esposa como luego dijo en el discurso tras recibir la estatuilla: “El amor te lleva a hacer cosas locas”, fue la recompensa por su trabajo cinematográfico. Entre lágrimas, agradeció el premio y seguro que una parte de su mente estaba arrepentida, porque los actores están acostumbrados a convertir sus emociones en ficción, aparcan su verdadero yo transformándolo en personaje por un tiempo. Es un esfuerzo intelectual fuerte. Hace unos días lo decía la gran Lola Herrera cuando se enfrentó a “Cinco horas con Mario” sola en el escenario durante toda la función y durante 42 años: “se forjó una unión muy importante entre la actriz y el personaje”.

Así puede que le haya sucedido a Will Smith, la emoción le pudo, la esposa, que tal vez se sintió insultada por la broma del presentador trasmitió su malestar a su marido, y éste salió en busca del culpable que esperó aterrorizado en el escenario. Los comentaristas se quedaron a la espera de la continuación del guión, porque algunos pensaron que todo formaba parte del espectáculo. Pero en este caso la realidad superaba a la ficción de un posible guión para la fiesta de los “Oscar”. Todo quedó en la mejor anécdota de la entrega de este año 2022. Con suerte, la sangre no llegó al río, y hemos vuelto a la realidad tenebrosa de una guerra salvaje, una emigración dolorida y hambrienta, una huelga de camioneros y unos precios disparados. ¡Qué bien lo pasan en Hollywood a pesar de las bofetadas de ocasión!

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