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Emilio Serrano Quesada

In memóriam

Emilio Serrano Quesada

José Muñiz, un gran empresario asturiano

La tristeza ante la pérdida de todo un caballero en sus formas y en sus acciones

Su hijo, José Alfredo, me da la triste noticia del fallecimiento de mi entrañable amigo. Difíciles momentos los míos al conocerla que me tuvieron sumido un largo tiempo, sin palabras y en silencio, en recuerdo de nuestra sincera amistad.

Ocurrió en la mañana del día cinco, el alba había dejado atrás la noche y esperaba la llegada de un sol tibio de esta fría inicial primavera. No pude remediarlo, al instante, una oración salió de mis labios. Se la ofrecí a la brisa del mar cercano, de su hogar en Salinas, para que la llevara, con mi profundo dolor, a las alturas de esa celestial parcela donde descansará.

Son momentos, para todos los que le conocimos, donde los sentimientos aterrizan, despegan y se hacen presentes añorando el cariño y el afecto compartido.

Su vida fue larga e intensa en el campo comercial, desde su Supercash en Avilés y sus delegaciones en Oviedo, Gijón, León y Valladolid, unido a otros cargos de responsabilidad en Madrid, con Maesa y Vima, y más tarde en Barcelona con Euromadi. Centrales de compras con más de un centenar de grandes cadenas en España de las que fue presidente de sus consejos de administración. También AECOC, con más de treinta mil empresas asociadas le otorgó su confianza y reconoció su labor.

Nuestras familias siempre tuvieron una amistosa relación personal y comercial. Ya mi padre visitaba a Alfredo en la Reforma, y por mi parte hace décadas conocí a Pepe en su antiguo almacén.

Por todo ello, a través de ese cercano afecto, yo quisiera hablarles de su personalidad. Somos parejos en años y fui su amigo durante más de medio siglo y conozco su buen hacer, como persona humilde y generosa, en el largo recorrido de su diario vivir, y pienso que aunque tengamos una edad avanzada, con cuerpo cansado y alivio en el alma, él siempre tuvo esa luz de fe que le llevó al éxito.

Fue un hombre de convicciones serias, con esa formalidad de la palabra dada, firmes criterios, con una entrega y constancia total a su trabajo, donde siempre supo sentir el verdadero valor de la amistad.

Sabido es que cada persona llevamos en nuestro interior ese dato identificador como fiel testigo de nuestro destino, lo que demuestra que el fruto más abundante del árbol de la vida es esa relación con los demás ofreciéndoles generosidad y mutuo respeto, en ese diálogo abierto, para el mejor de los entendimientos y Pepe supo, con elegancia, alimentarlos.

Como actor principal de sus andanzas abrió, con ilusión y esperanza, muchas puertas comerciales, viviendo, día a día, la realidad de una tarea callada, tenaz y debidamente planificada.

Se nos fue todo un caballero, en sus formas y en sus hechos, de educado trato, templada y plácida sonrisa que con su simpatía supo ganarse la amistad y el afecto de sus clientes y amigos.

Toda esa experiencia, hecha virtud, seguro que le dio tranquilidad en sus últimos momentos; haría uso de sus escondidos y firmes sentimientos para llenar su equipaje de sueños de espirituales silencios, con paz, calma y fe. Para ti, querida Carmen, tus hijos, Alfredo, Carmen, Graciela, nietos y familia, todo mi cariño, para él mi oración y un gran abrazo.

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